Ruta realizada el 20 de octubre de 2024
2 personas
Distancia: 18,83 km
Desnivel positivo: 258 m
Desnivel negativo: 258 m
Altitud máxima: 1.404 m
Altitud mínima: 1.130 m
Tiempo en movimiento: 4 horas 13 minutos
Tiempo: 6 horas 18 minutos
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Lago de los Batanes |
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Lago de los Batanes |
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Lago de los Batanes |
Continuamos hacia el emblemático Puente del Perdón, una estructura histórica que une el monasterio con la zona de las Presillas. Este puente, levantado en el siglo XVIII, no solo es un paso sobre el río Lozoya, sino también un lugar lleno de leyendas y misticismo. Se dice que su nombre viene de la antigua tradición de perdonar a los reos que lo cruzaban antes de ser ajusticiados en el Monasterio del Paular. Nos detuvimos un momento para admirar su construcción y la historia que guarda.
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Panel del Camino Natural Valle del Lozoya |
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Puente del Perdón |
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Puente del Perdón |
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Senda dirección "Las Presillas" |
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Cruzamos por las pisaderas |
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Se suceden las chorreras |
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Se suceden las chorreras |
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Cascada del Purgatorio |
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Cascada del Purgatorio |
Nuestro siguiente punto fue el Arboreto Giner de los Ríos, un lugar donde se conservan numerosas especies de árboles tanto locales como exóticos. Este jardín botánico, creado en honor al pedagogo Francisco Giner de los Ríos (cuyo nombre está presente en varios puntos emblemáticos de la Sierra de Guadarrama), nos recordó la importancia de la educación en la naturaleza y cómo el conocimiento y la conservación están íntimamente ligados.
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Peulen de América del Sur |
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Arboreto Giner de los Ríos |
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Arboreto Giner de los Ríos |
Finalmente, alcanzamos un mirador (16.8 km), donde la vista del Lozoya junto a un árbol que nos llamó profundamente la atención en la medida que desafiaba la física, nos llevó directamente al centro de Rascafría donde procedimos dar por finalizada la ruta.
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Árbol que desafía la física |
Esta ruta, bien señalizada con balizas de madera y marcas de colores, representa mucho más que un simple paseo por la naturaleza. La senda nos conecta con la historia y el alma de la Sierra de Guadarrama, recordándonos cómo la naturaleza y la humanidad han convivido durante siglos. Cada paso, cada paisaje, evoca la sensación de que la montaña y sus secretos están ahí, esperando ser redescubiertos una y otra vez.