Ruta realizada el 27 de abril de 2025
2 personas a pie
Distancia: 15,86 km
Desnivel positivo: 488 m
Desnivel negativo: 488 m
Altitud máxima: 1.455 m
Altitud mínima: 1.102 m
Tiempo en movimiento: 4 horas 15 minutos
Tiempo: 5 horas 11 minutos
La ruta tiene como finalidad disfrutar de la espectacular floración del cambroño que cubre de amarillo los campos de Los Molinos (Sierra de Guadarrama) entre abril y mayo. A lo largo del recorrido, además de atravesar cambroñales en su máximo esplendor, se descubren rincones naturales, elementos históricos (como la presa de Irrios o el Puente de las Cuevas) y vistas panorámicas de la Sierra, combinando naturaleza, patrimonio y el encanto de un paisaje que solo en primavera muestra su mejor cara.
Adjunto el vínculo a Wikiloc:
El cambroño es una planta endémica del Sistema Central y en Los Molinos (según información de los Paneles Informativos de la propia senda) se da la mayor concentración de esta especie. Desde mediados de abril hasta mediados de mayo, el cambroño florece y hace que los campos de Los Molinos se vuelvan amarillos, conviviendo millones de flores amarillas concentradas, siendo algo que merece la pena ver. Los cambroñales en el Término Municipal de Los Molinos, se desarrollan entre los 1000 y 1900 metros, y ocupan una superficie de unas 800 hectáreas.
Dejamos el coche temprano en la Calle Molineras, en el límite entre Los Molinos y Cercedilla. A primera hora no hubo ningún problema para aparcar. La temperatura era ideal, propia de finales de abril, con un cielo despejado que acompañaría durante toda la jornada. Ya desde el primer paso, los cambroños en flor marcaban la pauta de la ruta. Un amarillo intenso dominaba los laterales del camino, especialmente en las zonas bajas, donde se mostraban en su máximo esplendor. Subiendo hacia las zonas más altas, el color se hacía algo más disperso, pero el paisaje ganaba en amplitud. Cruzamos bajo la línea ferroviaria dirección Segovia, atravesamos una portilla metálica, y nos incorporamos al Camino de la Solana. Apenas habíamos avanzado unos cientos de metros cuando vadeamos un pequeño arroyo.
A los pocos minutos, nos encontramos con el primer punto de información de las Rutas del Cambroño. Un sencillo poste indicativo que marcaba el comienzo de varios tramos señalizados. Nos dirigimos hacia la zona de las Encinillas, cruzando otra portilla que nos llevó a una zona, siempre con cambroños en flor, en la que compartimos camino con un grupo de vacas, bueyes y terneros que pastaban sin prisa.
Más adelante, otro panel explicativo nos proporcionó detalles sobre el Pino de San Roque, un ejemplar singular de la zona, que aunque no vimos de cerca, aportaba contexto a la vegetación de la ruta. Continuamos por el Camino de la Solana (Solana de la Molinera), siguiendo la falda de la Peñota. Pasamos junto a la Fuente de la Peñota, aunque en esta ocasión estaba seca.
A medida que subíamos, se sucedían varios paneles informativos. Uno de ellos hablaba de la historia de La Peñota y del Hueco de la Peñota, describiendo la dureza de un incendio hace años, y la resistencia de los pinos que logran sobrevivir en su interior.
El trazado seguía el Camino de los Lomitos, coincidente en este tramo con el PR-30, una pista de tierra amplia que discurría a media ladera. Desde allí, las vistas se abrían hacia el este y el sur, mostrando una panorámica nítida de la sierra del cordel de Abantos, Valle de Cuelgamuros, Cabeza de Lijar, el Alto del León y parte de los montes que separan Madrid y Segovia. También se veía desde la distancia el embalse de los Irríos, rodeado de manchas amarillas. Nos encontramos con otro panel explicativo sobre la presa de Irríos y los orígenes del municipio de Los Molinos.
Cruzamos el arroyo de los Irríos, que bajaba con bastante agua para la época, y seguimos avanzando por el Camino de los Lomitos. En uno de los puntos de información de las Rutas del Cambroño se indicaba la senda que baja hacia la Presa de Irrios, pero decidimos prolongar un poco más la ruta expandiendola hacia el Cerro de la Sevillana.
A partir de aquí, nos adentramos en una zona de bosque más cerrado, en donde los pinares reemplazan al cambroño. Cruzamos un desvío que lleva hacia la Peña del Arcipreste de Hita, aunque nuestro rumbo se mantenía por el PR-30.
Llegamos a las faldas del Collado de la Sevillana, en un punto donde un cortafuegos de torres de alta tensión marcaba una referencia clara. Tomamos un sendero menos transitado que bajaba a través del bosque, en sentido descendente.
El descenso fue cómodo, aunque en algunos tramos el terreno estaba algo suelto, así como es habitual en las ultimas semanas, había muchisma agua. Arroyos ocasionales, barrizales, etc, asi como muchos pinos caidos en el camino por los temporales. Tras cruzar un pequeño arroyo estacional, alcanzamos una senda más definida, que seguimos durante unos metros en dirección oeste.
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Sendero del bosque |
Poco después abandonamos esta pista, tomando otro pequeño sendero que surgía a la izquierda un tanto oculto entre los pinos. Al poco cruzamos otro arroyo sin nombre, para volver a encontrarnos con la línea ferroviaria. Esta vez la cruzamos por debajo, a través de un pequeño túnel de hormigón, y dejamos atrás definitivamente la zona boscosa.
El paisaje volvía a estar dominado por el cambroño. Una bajada moderada nos llevó hasta la base de una loma, donde retomamos una pista ancha: el Cordel de la Calleja de los Poyales. Seguimos esta vía un buen trecho, rodeados a ambos lados por los arbustos amarillos que, en algunos tramos, llegaban a estrechar el camino.
Tras cruzar otra portilla, la sensación era de estar completamente sumergidos en un mar de flores amarillas. El ambiente era tranquilo, sin apenas otros caminantes. La ruta nos llevó a pasar junto a la Hípica Prados Monteros, donde la actividad era intensa. Caballos en entrenamiento y jinetes de distintas edades se movían de un lado a otro de la finca.
A partir de aquí dejamos la pista principal y giramos a la izquierda, tomando un camino amplio que, debido a las lluvias recientes, tenía zonas encharcadas y bastante barro. En un cruce evidente, giramos nuevamente a la izquierda, y ya desde ahí pudimos ver la presa de los Irríos al fondo.
Llegamos a la Presa de los Irríos, y retomamos la Ruta de los Cambroños. Según lo que nos cuentan en el panel, la presa surtía de agua al pueblo cuando se construyó en 1960, probablemente para paliar los problemas de una población que en verano crecía hasta los 8.000 habitantes. La construcción de esta presa se inició en 1941 y se terminó en el año 1960, y recoge el agua del arroyo de los Irrios o Lirios. Tiene una altura de 16 metros y 185 metros de longitud de coronación. Esta presa nunca llegó a funcionar porque fue volada en el vertedero, por miedo a que fallara la estructura. Actualmente está en desuso y conserva su estructura, siendo un lugar con abundancia de vida animal sobre todo cuando el agua escasea en los arroyos. Y ahora sí, comenzamos a cruzarnos con una riada de senderistas que compartían el tramo de la ruta. Recorremos la orilla norte del embalse, subiendo hacia el dique de la presa. A pesar de su historia, la estructura se conserva en buen estado, aunque la rotura intencionada en su vertedero ha dado lugar a una cascada permanente.
El embalse estaba a un nivel alto, y los cambroños crecían hasta el mismo borde del agua, dibujando un anillo amarillo en torno al vaso. No fue posible rodearlo por completo, así que nos mantuvimos en el camino superior, disfrutando de las vistas. Los paneles informativos nos contaban detalles sobre la construcción y posterior voladura controlada de la presa, así como de algunos bulos locales acerca de su historia, que incluían leyendas sobre su explosión por un obus de la guerra civil.
Continuamos siguiendo la senda, pasando junto a nuevas formaciones de granito que flanqueaban el sendero. Otro punto informativo explicaba la geología del lugar y la relación entre el relieve y la vegetación.
Finalmente, alcanzamos la intersección con la antigua Cañada Real de Merinas. En ese punto giramos a la izquierda, hacia el Herrén de Rafael.
Un último tramo de senda nos llevó de nuevo a cruzar bajo el ferrocarril, esta vez por el histórico Puente de las Cuevas. En el panel adyacente, nos indicaba que se construyó para que pasase por allí el ferrocarril de la línea Madrid-Segovia y actualmente está en pleno uso. Permite que el ganado de los molinos pueda pasar de un lado al otro. Está atravesado por el arroyo de la Peñota gregario del río Guadarrama. Y el panel decía la verdad, el arroyo de la Peñota discurría paralelo al camino (que tuvimos que vadear por el tunel), cargado de agua tras un invierno generoso en lluvias.
Desde allí, en y sin más temas relevantes, llegamos de nuevo a la Calle Molineras, completando una ruta que, más allá del esfuerzo moderado, nos ofreció un recorrido variado y colorido, con el cambroño como hilo conductor y un entorno natural que en esta época del año alcanza su mejor momento.
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Cambroño |
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Cambroño en la falda de la Peñota |
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Cambroño en la falda de la Peñota |
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Sendero junto al cambroño |
Adjunto el mapa de la ruta: