Ruta 66 - Dehesa de la Villa. Madrid. Ruta Otoñal por senderos secundarios

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Ruta realizada el 23 de noviembre de 2024

1 persona a pie

Distancia: 5,9 km

Desnivel positivo: 59 m

Desnivel negativo: 59 m

Altitud máxima: 808 m

Altitud mínima: 661 m

Tiempo en movimiento: una hora 18 minutos

Tiempo: una hora 24 minutos


El propósito de esta ruta es explorar por senderos menos transitados la Dehesa de la Villa en otoño, disfrutando de su tranquilidad, su historia y sus paisajes naturales dentro de Madrid. A lo largo del recorrido, se destacan elementos históricos como los mojones, los búnkeres de la Guerra Civil y la estatua de Andrés Bello, así como miradores con vistas a la ciudad y la sierra. La ruta enfatiza la conexión entre la naturaleza y la historia urbana, ofreciendo un paseo relajante y enriquecedor, ideal para quienes buscan desconectar sin salir de la ciudad.





Es temprano por la mañana, a finales de otoño, cuando comienzo mi paseo por la Dehesa de la Villa. El suelo aún está húmedo de la lluvia nocturna, y las nubes grises y densas parecen filtrar la luz matutina, creando un ambiente sereno y fresco. Entro al parque por la esquina que forman la calle Valle de Arán y de Los Pirineos, evitando la pista central y tomando un sendero secundario a la derecha. La Dehesa es un lugar donde los senderos menos transitados ofrecen una experiencia más íntima, perfecta para disfrutar del colorido otoñal.


El primer hito que encuentro es el Mojón 29, un discreto marcador con su propia historia. Los mojones de la Dehesa de la Villa en Madrid son hitos de piedra o pequeñas estructuras que se encuentran dispersos a lo largo de los senderos y caminos del parque. Originalmente, estos mojones servían para delimitar propiedades, señalar rutas o establecer puntos de referencia en el terreno. En la Dehesa de la Villa, cumplen una función similar, ayudando a los senderistas y visitantes a orientarse, aunque hoy en día son elementos más simbólicos que estrictamente necesarios para la navegación.


Sendero de la Dehesa de la Villa

Mantengo la dirección recta por la ladera, hasta alcanzar un punto elevado que ofrece unas vistas espléndidas de Madrid. El perfil urbano de la ciudad se deja ver entre las ramas de los pinos, que se han teñido de tonos ocres y dorados.  Continúo el recorrido hasta el Mirador de Moncloa, donde me detengo para contemplar la panorámica que ofrece. Justo al lado, hay una pequeña fuente.



Vistas de Madrid


Sendero de la Dehesa de la Villa


El próximo destino es el Cerro de los Locos, una zona conocida por sus amplias vistas y su atmósfera tranquila, que en su día fue un lugar de retiro para aquellos que buscaban paz y desconexión. Este cerro es un mirador natural desde el que se puede disfrutar de una amplia panorámica de Madrid, incluyendo la zona de Moncloa, el centro de la ciudad y, en días despejados, la Sierra de Guadarrama al fondo. El nombre "Cerro de los Locos" tiene varias interpretaciones populares. Una de las más aceptadas sugiere que se debe a que, en el pasado, era un lugar relativamente apartado y solitario, ideal para que las personas buscaran un momento de paz y soledad, como si "huir del mundo" fuera una especie de locura. Otra teoría más concreta apunta a que en la primera mitad del siglo XX, en sus inmediaciones, había un centro sanitario dedicado al tratamiento de enfermedades mentales, lo que pudo contribuir al nombre.


Cerro de los Locos

Cerro de los Locos


Cerro de los Locos
Aquí, los altos pinos y el suelo cubierto de hojas crean un paisaje acogedor y casi mágico. Sigo caminando por el pinar, donde el olor a tierra mojada llena el aire.
Al pasar por el Mojón 34, giro hacia la izquierda para adentrarme en el pequeño valle. Me mantengo en senderos secundarios, apartados de la pista principal, disfrutando del crujir de las hojas bajo mis botas. Justo antes de llegar a la pista, giro a la derecha y me detengo para apreciar las imágenes otoñales que el paisaje ofrece: helechos dorados, arbustos rojizos, y los pinos manteniendo su verde perenne.


Sendero de la Dehesa de la Villa


Mi siguiente parada es la Fuente de la Tomasa, situada a 1.8 km del inicio de la ruta. Es un rincón encantador, junto al observatorio de aves. El ambiente es fresco y húmedo.

Fuente de la Tomasa


Después de dejar atrás la fuente, camino entre pinos, pasando por un antiguo muelle de descarga que recuerda la historia agrícola del parque. Sigo avanzando y encuentro el Mojón 40, otro de esos discretos marcadores que señalan el camino. Poco después, aparece un mojón sin identificación clara, quizás olvidado por el tiempo y por quienes diseñaron los senderos.



Mojón 40


Sendero de la Dehesa de la Villa


Cruzo la pista y tomo un desvío a la derecha que me lleva hacia el Mirador Dehesa de la Villa, una parada obligatoria para cualquiera que camine por la zona. Desde aquí, la vista sobre la ciudad y las sierras cercanas es impresionante. 


Mirador Dehesa de la Villa



Mirador Dehesa de la Villa


Junto al mirador, otra fuente ofrece agua fresca, mientras que en la distancia se vislumbran dos antiguos búnkeres de la Guerra Civil, recordatorios de una época difícil para el país, que ahora permanecen en silencio, envueltos por la naturaleza.


búnkeres de la Guerra Civil


Prosigo mi camino hasta la Estatua de Andrés Bello, un rincón que parece oculto, casi secreto, en medio de la Dehesa. La Estatua de Andrés Bello en la Dehesa de la Villa es un homenaje al intelectual, poeta, filólogo y diplomático venezolano Andrés Bello (1781-1865), una figura clave en la historia cultural y política de América Latina. Bello es conocido por sus contribuciones en diversos campos, desde la literatura hasta la legislación, y especialmente por su trabajo en la codificación del derecho civil chileno y la promoción de la lengua española.


Estatua de Andrés Bello


Tomo un sendero a la derecha, cruzando nuevamente la pista, y me encuentro con la Senda Real GR 124, marcada con sus distintivas líneas blancas y rojas. Es un cruce simbólico, que conecta esta pequeña reserva natural con rutas mucho más largas y desafiantes.

Senda Real GR 124

Paso nuevamente entre pinos, ascendiendo hasta el Alto del Mojón para luego comenzar el descenso que me llevará de regreso al punto de inicio. La bajada es suave, permitiéndome disfrutar de los últimos colores otoñales antes de concluir mi paseo.


Cerro del Mojón


La Dehesa de la Villa, con sus senderos menos frecuentados, es uno de los rincones más especiales de Madrid para quienes buscan disfrutar de la naturaleza en plena ciudad. Este antiguo bosque de encinas, pinos y fresnos ofrece un refugio para la fauna local, y en otoño se transforma en un paisaje lleno de colores y matices que invitan a perderse.



Mapa de la Ruta



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