Ruta realizada el 27 de septiembre de 2024
1 persona a pie
Distancia: 4,61 km
Desnivel positivo: 61 m
Desnivel negativo: 61 m
Altitud máxima: 795 m
Altitud mínima: 673 m
Tiempo en movimiento: una hora 6 minutos
Tiempo: una hora 12 minutos
El propósito de esta ruta es disfrutar de una caminata nocturna por la Dehesa de la Villa, experimentando la tranquilidad y el ambiente casi mágico del parque antes del amanecer. La ruta permite conectar con la naturaleza en un entorno urbano, ofreciendo vistas panorámicas de Madrid iluminado y momentos de reflexión en puntos clave como el Mirador Dehesa de la Villa y la Fuente de la Tomasa. Además, destaca la seguridad y la belleza del recorrido, contrastando la quietud de la madrugada con la paulatina llegada del día.
La noche aún envolvía Madrid cuando llegué al Parque Francos Rodríguez, con la primera luz del amanecer aún distante.
El camino me llevó junto al Cerro de los Locos, un punto elevado desde donde la ciudad se extendía a mis pies, con sus luces titilantes en la oscuridad. A lo lejos, podía ver las primeras señales de actividad, con corredores madrugadores y ciclistas que también compartían el recorrido. Continué hacia la Fuente de la Tomasa, un lugar que a esas horas parecía casi místico. El silencio de la madrugada y la luz tenue le daban un aire especial. Seguí sin prisa, disfrutando del ambiente, con la certeza de que el día estaba por llegar.
Poco después, llegué al Mirador Dehesa de la Villa, el punto álgido de la ruta. Desde allí, las vistas eran simplemente impresionantes: las primeras luces del alba empezaban a teñir el cielo, contrastando con las sombras de los edificios y las colinas circundantes. La ciudad despierta y en el horizonte se ven las primeras aglomeraciones de vehículos en la carretera de la Coruña. Me detuve un momento para contemplar la escena, sintiéndome pequeño pero conectado con la vastedad que se desplegaba ante mí. El recorrido me llevó después a la estatua de Andrés Bello, una figura que parecía vigilar la tranquilidad del parque. Aquí, la mezcla de historia, naturaleza y la proximidad de la ciudad se sentía con fuerza. A medida que me acercaba al final del recorrido, las primeras luces del amanecer rompieron el horizonte, llenando el cielo de tonos cálidos y dorados. Fue un momento de serenidad total, en el que la oscuridad cedió ante la promesa de un nuevo día.
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Amanece |
Regresé al punto de partida en el Parque Francos Rodríguez con la sensación de haber vivido una experiencia única. La combinación de la quietud de la noche, la actividad discreta de los madrugadores, y la belleza natural de la Dehesa de la Villa hizo de esta caminata nocturna algo verdaderamente especial.