Ruta 130 - Ruidera. Circular pasando por las Lagunas Salvadora, de la Lengua, Redondilla, Santo Morcillo y de Batanas

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Ruta realizada el 3 de mayo de 2025

1 persona a pie

Distancia: 8,76 km

Desnivel positivo: 67 m

Desnivel negativo: 67 m

Altitud máxima: 835 m

Altitud mínima: 791 m

Tiempo en movimiento: 2 horas un minuto

Tiempo: 2 horas 25 minutos


La finalidad de la ruta fue disfrutar de una jornada primaveral explorando el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, recorriendo a pie una ruta circular accesible y variada que atraviesa cinco lagunas del sistema central del parque. El objetivo era conocer de cerca este enclave de gran valor ecológico y paisajístico, observar su geomorfología kárstica, disfrutar de sus paisajes lacustres, y apreciar la flora, fauna y restos etnográficos del entorno, alejados del turismo masivo.





Adjunto vínculo a Wikiloc:


https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ruidera-circular-pasando-por-las-lagunas-salvadora-de-la-lengua-redondilla-santo-morcillo-y-de-bata-212045118


Aprovechando una jornada primaveral con temperaturas suaves y cielo parcialmente nuboso, a primera hora de la tarde, realizamos los tres una ruta circular por el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, en Castilla-La Mancha. Esta ruta discurre entre las provincias de Ciudad Real y Albacete, en una de las zonas húmedas de mayor valor ecológico y paisajístico del interior peninsular. 


El parque natural alberga un conjunto de dieciséis lagunas fluviales escalonadas que se extienden a lo largo del valle del Guadiana Viejo. Estas lagunas están separadas y conectadas entre sí por barreras tobáceas naturales, lo que permite que el agua fluya de una a otra mediante cascadas y arroyos. Nuestro recorrido se centró en la zona central del parque, atravesando cinco de estas lagunas: Salvadora, de la Lengua, Redondilla, Santo Morcillo y Batanas, todas ellas accesibles desde la población de Ruidera o desde las inmediaciones.


Iniciamos la ruta en uno de los aparcamientos cercanos a la Laguna Salvadora. Esta laguna es una de las más características del conjunto, con aguas claras y vegetación abundante en sus orillas. En esta parte del parque se aprecia claramente cómo el agua forma un remanso rodeado de juncales y pequeños bosques de ribera, con carrizos, sauces y álamos. Caminamos bordeando la laguna hasta la orilla, en la que había varias familias disfrutando el sabado. Nos acercamos a un mirador por una rampa de escasa pendiente, que permite observar la lámina de agua y el sistema tobáceo que separa esta laguna de la siguiente: la Laguna de la Lengua.





 


En todo caso, esta parte de la ruta la realizamos por una senda que va junto a la Carretera de las Lagunas de Ruidera. Hay mucha actividad de coches y turistas, pero aun así, el paisaje es impresionante. Nos dirigimos de norte a sur por la rivera este, por lo que la siguiente Laguna será la de la Lengua. La Laguna de la Lengua debe su nombre a su forma alargada, y se presenta como una continuación fluida de la anterior. Aquí el agua fluye con unas tonalidades turquesa muy llamativas, aunque echamos de menos esos canales naturales formados por la acción del agua sobre la toba calcárea que he visto en fotos de la zona. Nos detuvimos en el mirador de la Laguna Lengua, donde la vegetación acuática y la presencia de aves completan un entorno muy tranquilo. Al tratarse de una laguna más estrecha, el sendero ofrece mejores perspectivas laterales y permite apreciar en detalle los márgenes tobáceos secos.










Siguiendo por la senda junto a la carrerta, llegamos al Mirador Saltos de Agua, aunque como comentaba, al menos hoy no están operativos. Pasamos también junto a los restos arqueológicos de una antigua acequia que nos acompaña un tramo.







La ruta continúa por la senda junto a la Carretera sin apenas desniveles hasta alcanzar la Laguna Redondilla, cuyo nombre hace referencia a su forma más regular y redondeada. Esta laguna es de menor tamaño pero muy representativa del modelo estructural del parque: una depresión conectada con las anteriores mediante un sistema de filtración y caída de agua que, en épocas de buen caudal, forma pequeños saltos y cascadas.







En este tramo de la ruta, abandonamos la ribera este tras haber visto ya tres lagunas. Nuestro camino discurre en paralelo al Camping “Los Batanes”, uno de los principales complejos turísticos de la zona, que en esta jornada concreta se encuentra completamente lleno. Procedemos a cambiar de margen del valle, poco después, alcanzamos un pequeño puente que cruza el cauce del Río Guadiana, aunque no se aprecia agua en superficie. Se trata de una fase subterránea del río, algo característico de esta región kárstica, en la que parte del caudal fluye bajo el terreno por oquedades naturales formadas en las calizas dolomíticas del subsuelo. Cruzamos por el puente y, ya en la ribera oeste, giramos hacia la derecha para tomar un sendero que iniciará el tramo de retorno hacia el punto de inicio de nuestra ruta.






La primera parte de este sendero discurre paralela a la parte trasera del camping, con un trazado que combina tramos de tierra compacta y zonas algo más arenosas. Aunque el ruido de fondo del camping es perceptible durante unos minutos, no interfiere en exceso en la experiencia. Enseguida el camino nos lleva a internarnos en una zona más arbolada, donde la densidad del bosque ofrece sombra y frescor. En este entorno, el ritmo se suaviza y tenemos la oportunidad de observar una ardilla que trepa a un pino frente a nosotros, sin inmutarse demasiado por nuestra presencia.






Ya de nuevo cerca de la Laguna de la Lengua, nos aproximamos a las ruinas de un antiguo batán, uno de los restos etnográficos ligados a la historia productiva de la zona, utilizado en otros tiempos para el tratamiento de tejidos mediante el uso de energía hidráulica.






Estamos en la rivera oeste, y es mucho más tranquila y agradecida, menos masificada. No da la sensación de parque temático que vimos en la parte inicial de la ruta (restaurantes, coches, etc...), y es donde se disfruta con más fuerza la naturaleza del lugar. Tras dejar atrás los tramos iniciales, la senda por la que transitamos enlaza con uno de los senderos oficiales del Parque. Lo seguimos en dirección a la Laguna Salvadora. El camino de tierra es amplio y cómodo, y discurre entre el Cerro Carrasca y la Laguna de la Lengua, lo que nos permite disfrutar de un entorno natural equilibrado entre vegetación y paisaje lacustre.






La ruta continúa bordeando la Laguna de la Lengua por su ribera, con el Cerro de las Hazadillas elevándose a nuestra derecha. Es un tramo relajado y muy agradable, ideal para disfrutar sin prisas. En un punto, dejamos la pista principal para seguir por un senderito más estrecho pero igualmente cómodo, que transcurre a pocos metros del agua, brindándonos vistas privilegiadas de la laguna y su entorno.














Avanzamos hasta llegar a un cruce donde tomamos un desvío a la izquierda. Aquí el camino se torna algo más técnico, con una ligera pendiente ascendente por el cerro del Almendral. Aun así, es un tramo asequible y con cierto encanto, ya que ofrece una perspectiva elevada de las lagunas. Poco después alcanzamos la Laguna Salvadora, donde retomamos la pista ancha. Pasamos junto al icónico cartel informativo de la laguna, situado en su orilla oeste, un punto reconocible por muchos senderistas. Desde aquí, llegamos a una encrucijada de caminos. Sin dudarlo, seguimos recto en dirección a la Central de Santa Elena, continuando así nuestro recorrido por uno de los tramos más representativos de este paisaje de humedales, cerros y antiguos usos hidráulicos. La combinación de caminos amplios, senderos junto al agua y pequeñas pendientes ofrece una experiencia variada y muy disfrutable.









El sendero nos llevó hasta la Laguna Santo Morcillo, una de las más conocidas y visitadas del parque. Esta laguna destaca por su entorno algo más amplio, y por contar con áreas recreativas, zonas de baño señalizadas y aparcamientos cercanos. En el extremo sur de la laguna se debería apreciar en algún momento (pero no hoy) un salto de agua que comunica con la siguiente laguna: la de Batanas.







Cruzamos el área del Santo Morcillo y descendimos hacia la Laguna de Batanas, la última que visitaríamos. Esta laguna es algo más alargada y estrecha que la anterior, y se encuentra parcialmente encajada entre formaciones de toba calcárea y vegetación de ribera. El sendero discurre junto al margen derecho, por una zona algo más cerrada, en la que predominan las sombras de los árboles y los sonidos de la fauna presente. En esta zona, el agua es más tranquila y hay varios puntos donde se puede observar claramente la transparencia del fondo. La Laguna de Batanas pone fin al tramo lineal de la ruta; desde este punto, el camino comienza a desviarse y retornar hacia el inicio por una senda que bordea nuevamente los remansos, retomando la Carretera de las Lagunas de Ruidera, pero en este caso hay un sendero paralelo a la carretera transitable.















Aunque en nuestra ruta solo recorrimos una parte del conjunto, la estructura del parque es perfectamente reconocible en esta zona. El sendero de regreso nos llevó de nuevo hasta las inmediaciones de la Laguna Salvadora, donde finalizamos el recorrido a media tarde, tras una caminata tranquila y pausada.







Durante todo el recorrido, el estado del firme fue adecuado, con tramos de tierra compactada y algunos caminos acondicionados. La señalización está presente en cruces importantes y no plantea dificultad de orientación. El nivel de exigencia física es bajo, lo que convierte esta ruta en una opción apta para personas de todas las edades, incluyendo familias. La ruta no presenta tramos técnicos ni zonas expuestas. La principal recomendación es respetar los márgenes de las lagunas y evitar salir de los senderos marcados, ya que la vegetación y los suelos tobáceos son frágiles y están protegidos.




El paisaje durante la ruta combina elementos acuáticos, forestales y geológicos. La presencia constante del agua, los cambios en la vegetación en función de la proximidad al cauce, y los contrastes de color entre el verde de los árboles, el azul del cielo y los tonos beige de la toba calcárea, generan un entorno muy variado. Aunque el recorrido no incluye los tramos más elevados ni los miradores más conocidos del parque, sí ofrece una visión completa y representativa de su estructura geológica y ecológica.


Adjunto el mapa de la ruta:


 


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