Ruta realizada el 25 de octubre de 2024
2 personas a pie
Distancia: 9,71 km
Desnivel positivo: 14 m
Desnivel negativo: 14 m
Altitud máxima: 632 m
Altitud mínima: 549 m
Tiempo en movimiento: 2 horas 13 minutos
Tiempo: 2 horas 18 minutos
Madrid Río es un extenso parque urbano a lo largo del río Manzanares en Madrid, creado como parte de un ambicioso proyecto de rehabilitación del río y sus alrededores. Este parque es el resultado de la cobertura de la M-30, la autopista de circunvalación que solía pasar junto al río, y la restauración de áreas verdes y recreativas a lo largo de sus orillas. Inaugurado en 2011, el parque abarca aproximadamente 10 kilómetros de extensión, desde el Puente de los Franceses, cerca de la Casa de Campo, hasta el Nudo Sur.
Desde el comienzo, el Puente de Segovia nos da la bienvenida, con sus arcos de piedra en pie desde el siglo XVI, siendo el primer paso de lo que fue un esfuerzo de Madrid por conectar las riberas del Manzanares.
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Parque de Arganzuela |
Al cruzar el moderno Puente Monumental de Arganzuela y continuar hacia la Pasarela de la Playa, la ruta nos recuerda cómo Madrid Río ha revitalizado esta parte de la ciudad, antes olvidada entre carreteras y tráfico, y hoy convertida en un espacio recreativo y verde, integrando naturaleza y urbanismo.
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Puente del Invernadero |
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Puente del Matadero |
En el regreso, el Parque de la Arganzuela brinda un respiro con sus jardines, fuentes y senderos arbolados. Unos metros más adelante, cruzamos el Puente del Principado de Andorra, en dirección a la Ermita de la Virgen del Puerto, nuestro último hito, que nos conecta con las tradiciones de la ciudad.
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Puente del Principado de Andorra |
Madrid Río, más que una ruta, es una senda que redefine la vida urbana de Madrid. Este recorrido muestra cómo se ha creado un corredor ecológico en pleno corazón de la capital, abriendo espacios donde antes sólo había asfalto y ruido. Hoy en día, las familias, corredores, ciclistas y caminantes llenan sus vías en busca de un respiro y una vista al río recuperado, recordándonos el impacto positivo de un urbanismo enfocado en el bienestar colectivo.
A medida que avanzábamos hacia el final de la ruta, el cielo comenzó a cambiar de tonalidad, y los edificios de Madrid reflejaban los colores cálidos del atardecer. Las luces de los puentes y de la ciudad empezaban a encenderse, creando una atmósfera especial sobre el río. A pesar de la hora, Madrid Río seguía activo: familias paseando, parejas sentadas junto al agua, ciclistas que aprovechaban el frescor de la tarde, y corredores que parecían ganar energía con el descenso de la temperatura. Era un cierre perfecto para el recorrido, con esa vitalidad que nunca parece abandonarnos en Madrid, donde siempre hay alguien disfrutando del paisaje, sin importar la hora.