Ruta realizada el 6 de abril de 2025
1 persona a pie
Distancia: 4,42 km
Desnivel positivo: 36 m
Desnivel negativo: 36 m
Altitud máxima: 668 m
Altitud mínima: 630 m
Tiempo en movimiento: 57 minutos
Tiempo: una hora 9 minutos
El propósito de esta ruta es disfrutar de un corto pero intenso paseo urbano relajado por el centro de Madrid en un día primaveral. El recorrido permite reconectar con algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad —como el Retiro, el Paseo del Prado o la plaza de Cibeles— mientras se disfruta del verde, la arquitectura y la historia, todo en menos de cinco kilómetros accesibles y llenos de vida.
Adjunto vínculo a Wikiloc.
Aprovechando una hora libre en un día sensacionalmente primaveral de abril, decidí dar un paseo rápido pero lleno de historia, arte y arquitectura por el corazón de Madrid: una ruta circular de algo más de 4 kilómetros entre Las Cortes, el Retiro y el Paseo del Prado. Una escapada fugaz en solitario, perfecta para dejarse empapar por la belleza de la ciudad en su máximo esplendor, justo después de las últimas lluvias, que han dejado los jardines rebosantes de color y vida.
Inicio la caminata en uno de los puntos más icónicos de Madrid: el Edificio Metrópolis. Situado en la confluencia de la Gran Vía con la calle Alcalá, su cúpula negra coronada por la estatua de la Victoria alada brilla bajo el sol matinal. Inaugurado en 1911, este edificio de estilo ecléctico con influencias neoclásicas y belle époque marca el punto de partida perfecto para una ruta cargada de historia.
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Edificio Metrópolis |
Avanzo por la calle Alcalá en dirección este, y en apenas unos minutos me encuentro ante la Plaza de Cibeles. Allí, la fuente de la diosa sobre su carro tirado por leones preside majestuosa, flanqueada por el imponente Palacio de Cibeles (antiguo Palacio de Correos) y el severo edificio del Banco de España. La Cibeles, esculpida en mármol blanco en el siglo XVIII, no es solo un símbolo mitológico: es también un testigo de la historia contemporánea madrileña, epicentro de celebraciones deportivas y reivindicaciones de distinta índole.
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Ayuntamiento y Fuente de Cibeles |
Continúo por la calle Alcalá hasta alcanzar la Puerta de Alcalá. Esta puerta neoclásica, construida en 1778 por orden de Carlos III, con sus cinco arcos y su imponente presencia, es uno de los símbolos más reconocibles del Madrid ilustrado. Me detengo un instante para admirar sus detalles escultóricos antes de adentrarme en el pulmón verde de la ciudad.
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Puerta de Alcala |
Entro en el Retiro por la Puerta de la Independencia y me dejo llevar por la avenida de México, con los árboles altos y las flores en plena eclosión. Paso junto al Teatro de Marionetas, sin actividad, y llego a la Fuente de los Galápagos. Construida en 1832 para conmemorar el nacimiento de Isabel II, esta fuente neoclásica con delfines, tortugas y querubines.
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Puerta de la Independencia |
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Puerta de la Independencia |
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Avenida de Méjico |
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Teatro de Marionetas |
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Fuente de los Galápagos |
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Fuente de los Galápagos |
Me acerco ahora al Estanque Grande del Retiro, donde las barcas de remo, las carpas y los anades lo convierten en un cuadro vivo. A su lado, el monumento a Alfonso XII impone con su columnata semicircular, sus esculturas ecuestres y el continuo ir y venir de visitantes, músicos y paseantes.
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Estanque del Retiro |
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Estanque del Retiro |
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Estanque del Retiro |
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Estanque del Retiro |
Muy cerca se encuentra la Fuente de la Alcachofa, otra joya neoclásica diseñada por Ventura Rodríguez y trasladada aquí desde la glorieta de Atocha. Es un rincón algo más tranquilo, ideal para una pausa contemplativa.
Desde allí tomo el sigo por el paseo de la República de Cuba, abarrotada de gente, y, tras pasar la Glorieta del Ángel Caído, me detengo ante esta sorprendente escultura. Obra de Ricardo Bellver, es una de las pocas estatuas en el mundo que representa a Lucifer en el momento de su caída. Su pedestal, adornado con demonios y figuras mitológicas, no pasa desapercibido, y la altitud exacta de su ubicación (666 metros sobre el nivel del mar) despierta inevitablemente la curiosidad.
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Paseo de la República de Cuba |
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Ángel Caido |
Ángel Caido |
Continúo hacia el sur por el Paseo de Fernán Núñez, donde me encuentro con una reconstrucción singular: la Noria del Huerto del Francés, vestigio de un sistema hidráulico del siglo XVII que alimentaba los jardines y la Real Fábrica de Porcelana. El paseo está lleno de árboles únicos, como el Cedro del Atlas o el Eucalipto rojo, y se respira una calma natural que contrasta con la cercanía del bullicio urbano.
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Noria Huerto del Francés |
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Paseo de Fernán Núñez |
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Paseo de Fernán Núñez |
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Paseo de Fernán Núñez |
Me acerco a la salida por la Puerta del Ángel Caído y, al cruzar la calle Alfonso XII, paso junto al Monumento a Pío Baroja. Bajo su sombra arranco la subida por la Cuesta de Moyano, ese pequeño paraíso para bibliófilos. Las casetas alineadas, con libros viejos y rarezas editoriales, ofrecen un remanso bohemio. Me entretengo hojeando algunos volúmenes y casi olvido que el tiempo apremia.
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Puerta del Ángel Caído |
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Monumento a Pío Baroja |
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Cuesta de Moyano |
Al llegar al Paseo del Prado, dejo atrás la Estación de Atocha. Su interior tropical y su estructura de hierro del siglo XIX son un ejemplo de cómo la ingeniería puede convivir con la vegetación y el arte. A la izquierda, el Real Jardín Botánico luce radiante, con sus miles de especies vegetales brillando tras las últimas lluvias primaverales. Es un espectáculo botánico y paisajístico que invita al paseo lento.
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Estación de Atocha |
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Paseo del Prado |
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Jardín Botánico |
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Jardín Botánico |
Frente al Jardín, en la otra acera, paso junto a una exposición de CaixaForum, donde el esqueleto de un dinosaurio en la entrada despierta la curiosidad de los transeúntes. La arquitectura contemporánea de este espacio cultural contrasta con la solemnidad clásica del entorno.
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Caixaforum |
Las Cuatro Fuentes, también conocidas como Las Fuentecillas, se encuentran en la confluencia de la plaza de Murillo con el Paseo del Prado. Se trata de cuatro fuentes de pequeñas dimensiones, que presentan una factura idéntica. Están construidas en piedra de caliza, procedente de las canteras de Colmenar de Oreja (Madrid). Cada una de ellas consta de un pilón circular, sobre el que se asienta una columna labrada, en la que aparecen esculpidos diferentes motivos alusivos al escudo heráldico de Madrid, caso de varias cabezas de oso.
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Plaza de Murillo |
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Cuatro Fuentes |
Me detengo un instante frente al Museo del Prado. Su colección de arte europeo es una de las más importantes del mundo, y aunque no entre hoy, siempre me impresiona su fachada y el ambiente casi reverencial que lo rodea. A un lado se encuentra la estatua de Goya, que parece custodiar las entradas, y más adelante, el Monumento a los Caídos.
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Museo del Prado |
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Museo del Prado |
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Museo del Prado |
Sigo por el Paseo del Prado, ya de vuelta, pasando junto a la Fuente de Neptuno. Hermana de la de Cibeles, esta obra neoclásica diseñada también por Ventura Rodríguez representa al dios del mar sobre un carro tirado por hipocampos. Ha sido escenario de celebraciones deprotivas como el caso de su vecina, pero hoy simplemente ofrece frescor y armonía.
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Fuente de Neptuno |
Unos pasos más adelante llego a la Fuente de Apolo, también llamada Fuente de las Cuatro Estaciones. Aquí, turistas y locales se fotografían junto al dios de las artes, símbolo del saber ilustrado. Con su pedestal decorado con símbolos de la primavera, verano, otoño e invierno, resume en piedra el paso del tiempo.
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Paseo del Prado |
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Fuente de Apolo |
Ya en los últimos metros del paseo, paso de nuevo junto al Banco de España, cuyo edificio de finales del XIX es una joya de la arquitectura institucional. Su fachada imponente marca el punto final de este recorrido, que concluye donde empezó: en el Edificio Metrópolis.
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Banco de España |
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Banco de España |
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Calle Alcalá |
Ha sido apenas una hora de paseo, pero cargada de historia, arte, arquitectura y naturaleza. Este breve recorrido demuestra cómo Madrid regala cultura en cada esquina, y cómo, incluso en una escapada rápida, se puede viajar por siglos de historia simplemente caminando.
Una ruta perfecta para cualquier día soleado, pero especialmente sugerente en primavera, cuando la ciudad florece y cada rincón parece aún más vivo. Para repetir, con calma o a paso ligero, pero siempre con los ojos bien abiertos.
Adjunto mapa de la ruta: