Ruta 174 - Sicilia. Paseo por Taormina

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Ruta realizada el 20 de julio de 2025

4 personas a pie

Distancia: 10,55 km (900 metros aprox en funicular)

Desnivel positivo: 406 m (200 metros aprox en funicular)

Desnivel negativo: 406 m

Altitud máxima: 238 m

Altitud mínima: 1 m

Tipo de ruta: Circular

Tiempo en movimiento: 3 horas 18 minutos

Tiempo: 7 horas un minuto


Esta ruta circular por Taormina combina historia, arte y naturaleza en un recorrido exigente por su calor y desniveles, pero enriquecedor en cada paso. Desde iglesias medievales hasta el imponente teatro griego, pasando por callejuelas barrocas, miradores y playas, la senda permite descubrir la esencia siciliana en toda su diversidad. 







Adjunto vínculo a Wikiloc:


https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sicilia-paseo-por-taormina-222814571#wp-222814615


Ya desde temprano el sol anunciaba que no iba a aflojar, y la previsión de cerca de 40 grados parecía quedarse corta. Dispuestos a recorrer sin agobios una ruta circular por Taormina y su entorno. Empezamos en el aparcamiento Lombi, al oeste del centro histórico. Desde allí, tras avanzar unos metros por el arcén de la carretera, localizamos unas escaleras que nos condujeron hasta el Viale San PancracioLa iglesia de San Pancracio, una de las más antiguas de la ciudad, nos recibió en silencio. Nos detuvimos apenas unos minutos para admirar el conjunto arquitectónico, antes de continuar hacia Porta Messina. Esta puerta monumental fue inaugurada en 1808 por Fernando IV de Borbón, como reza la inscripción superior. También se la conoce como Porta Ferdinandea en su honor. Cruzarla fue como adentrarse en otra época, con Corso Umberto frente a nosotros. 





La siguiente parada fue el Palazzo Corvaja, una joya arquitectónica de enorme valor simbólico. Se trata del núcleo fortificado que marcó el corazón medieval de Taormina. Levantado durante la ocupación árabe sobre restos griegos, romanos y cristianos, fue ampliado en los siglos siguientes, albergando incluso al Parlamento siciliano. Más adelante pasó a ser la residencia de la familia Corvaja, de la que toma su nombre. Hoy en día acoge el Museo de Artes y Tradiciones Populares y una oficina de información turística. Sus relieves en piedra de Siracusa y su historia lo convierten en una parada imprescindible. Cerca del palacio se encuentra el actual Palacio de Congresos






Lo dejamos a un lado para seguir por la Via del Teatro Griego hasta llegar al acceso del teatro. La entrada no es gratuita, aunque los menores no pagan y los estudiantes disfrutan de un descuento. El esfuerzo merece la pena. El Teatro Greco-Romano de Taormina es, sin duda, uno de los lugares más impresionantes de Sicilia. Su origen helenístico y su posterior reconstrucción romana lo convierten en un espacio único. Desde sus gradas se domina una vista privilegiada del Etna, la bahía de Giardini-Naxos y las playas cercanas. En sus tiempos romanos acogió espectáculos de gladiadores. Hoy, sirve como escenario para el Festival de Cine de Taormina y conciertos de música. Sus columnas corintias, su estructura en anillos y su magnífico estado de conservación invitan a detenerse largo rato.















Desde el teatro nos dirigimos a la iglesia de Santa Caterina d'Alessandria, situada justo al lado del Palazzo Corvaja. Esta iglesia barroca fue construida en el siglo XVII sobre las ruinas del Odeón romano y un antiguo templo griego. Destacan su fachada de mármol rosa, los querubines tallados y la estatua de la santa con los atributos de su martirio. Cerrada durante muchos años, reabrió en 1977 tras una restauración. Su interior guarda piezas valiosas del siglo XV. Muy cerca se hallan las termas romanas del siglo II y los mosaicos de la misma época.







Seguimos caminando hasta los restos de la Naumachia, una estructura de época romana con forma de muro de ladrillos de 122 metros de largo y 5 de alto. Su nombre sugiere batallas navales, aunque en realidad se trataba de un ninfeo, una fuente monumental con elementos decorativos de agua. Las casas modernas se apoyan aún hoy sobre estas viejas estructuras. Continuamos por las callejuelas hasta llegar al interior de la Chiesa di San Giuseppe. Esta iglesia barroca, perfectamente conservada, es otro ejemplo del refinado gusto artístico de la ciudad. A escasos pasos se encuentra la Biblioteca Municipal y el Hotel Villa Riis. Pasamos también por la iglesia de San Domenico, actualmente reconvertida en un hotel de lujo (Four Seasons), que conserva la solemnidad del pasado convento.













Nuestro recorrido nos llevó después al Palacio Duchi di Santo Stefano. Esta maravilla del gótico siciliano, con elementos normandos, fue residencia de la familia De Spuches hasta 1964. Tras su adquisición por el Ayuntamiento, se convirtió en sede de la Fundación Mazzullo. Su jardín, sus almenas bicolores y las ventanas geminadas góticas le dan un aire medieval que contrasta con la vida que se respira en sus alrededores. En el interior, destacan las bóvedas de crucería y una columna de granito rosa procedente del Teatro Griego.


A continuación cruzamos el arco de piedra que da paso a la Chiesa di San Antonio Abate. Justo a su lado se encuentra el acceso al Hotel Excelsior. Desde allí, las vistas hacia la costa nos regalaron una buena excusa para detenernos y refrescarnos un poco. Muy cerca está la Piazza di Carmine y, tras una breve subida, llegamos a la Abadía Vecchia. Este palacio del siglo XIV fue probablemente sede de una abadía regida por Eufemia, hermana del rey Federico IV. Hoy en día alberga el Museo Arqueológico de la ciudad.







No podíamos dejar fuera la Chiesa Varo ni el Duomo de Taormina, dedicado a San Nicolás de Bari. Este templo fortificado, conocido como "la catedral fortaleza", fue construido en el siglo XIII sobre una iglesia anterior. Su planta de cruz latina, los capiteles con motivos vegetales y el gran rosetón gótico destacan entre las reformas renacentistas y barrocas. Fue restaurado en los años 40 y declarado basílica menor en 1980. En la misma zona encontramos las Quattro Fontane y algunas pequeñas pinturas religiosas situadas bajo los arcos.






Bajamos entonces hacia el Parco di Lady Florence Trevelyan. Este jardín fue creado por la aristócrata británica que también residió en Isola Bella. Es un rincón fresco y sombreado, lleno de árboles exóticos, fuentes y miradores. Llegamos al mirador desde el que se vislumbra Isola Bella y, más arriba, el Teatro Griego que habíamos visitado por la mañana.








Descendimos la empinada senda escalonada hasta la playa. Llegamos así a Isola Bella, ese pequeño islote que a veces se convierte en península cuando baja la marea. Fue donada por Fernando I en 1806, adquirida más tarde por Lady Trevelyan y declarada monumento histórico en 1984. Desde 1998 es una reserva natural, y aunque es pequeña, su belleza justifica el sobrenombre de "la perla del mar Jónico".














Cruzamos el istmo que la conecta con la playa, y dimos media vuelta, atravesando toda la playa hasta un acceso en lo alto que conecta con la la senda que baja hacia la Baia Mazzarò. En esta cala nos detuvimos a comer en uno de los chiringuitos junto a la orilla. Con las fuerzas recuperadas, subimos por un tramo de escaleras que nos devolvió a la carretera. Desde un mirador cercano disfrutamos de una vista magnífica de la Baia delle Sirene y de la reserva de Isola Bella.





Tomamos otras escaleras que suben por la ladera y en unos metros se encuentra la estación del funicular. Por 6 euros por persona, tomamos el trayecto de regreso hasta la parte alta (900 metros de longitud y 200 de desnivel). Fue un descanso breve pero se agradeció. Desde la estación, bajamos unas escaleras y deshicimos el breve tramo inicial hasta llegar de nuevo al aparcamiento Lombi, donde cerramos el círculo de la ruta.



En cuanto a la ruta, hay que tener en cuenta que aunque el recorrido total es de poco más de 10 kilómetros, gran parte se realiza en un entorno urbano, con desniveles constantes y tramos de escaleras. Los puntos de sombra no abundan, y en días calurosos puede hacerse pesado. Por eso es aconsejable llevar agua, protección solar y tomarse el día con calma. Aun así, pocas rutas combinan en tan poco espacio historia, arte, vistas naturales, playas y arquitectura con tanta riqueza como esta. Es un recorrido exigente por el calor, pero muy recomendable.

En total, recorrimos 10,55 kilómetros con 406 metros de desnivel acumulado, incluyendo el tramo de vuelta en el funicular. Estuvimos en movimiento unas tres horas y veinte minutos, pero con las paradas, visitas y descansos, la jornada se alargó hasta más de siete horas. A pesar del calor, el ritmo tranquilo, las vistas constantes y la buena compañía hicieron que el tiempo pasara volando.

Dejo el link de la ruta en mi blog por si os queréis pasar.

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