Ruta realizada el 24 de julio de 2025
1 persona a pie
Distancia: 15,71 km
Desnivel positivo: 864 m
Desnivel negativo: 864 m
Altitud máxima: 2.180 m
Altitud mínima: 1.319 m
Tipo de ruta: Circular
Tiempo en movimiento
4 horas 32 minutos
Tiempo: 6 horas 10 minutos
Esta ruta permite descubrir algunos de los rincones más singulares y menos transitados del entorno de Cotos. El ascenso al refugio de Peña Citores y la travesía por la Senda del Batallón Alpino ofrecen historia y vistas. El descenso por el Camino Viejo del Paular conduce a los bosques de Valsaín y a la Cascada Valtueña, combinando naturaleza, memoria histórica y soledad en un entorno privilegiado.
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Amanecía en la Sierra de Guadarrama cuando inicié esta ruta en solitario desde el Puente de la Cantina, a las 7:00 de la mañana. Situado junto a la carretera del Puerto de Navacerrada, este puente de un solo arco fue construido a finales del siglo XVIII bajo el reinado de Carlos III. Su arquitecto fue Juan de Villanueva, uno de los grandes nombres de la arquitectura neoclásica española. A su lado, los restos de la Venta de los Mosquitos recuerdan la historia de esta zona de paso. El sol apenas despuntaba y la temperatura aún era fresca, perfecta para afrontar una ruta exigente en sus primeros kilómetros. Tras cruzar el puente, me dirigí hacia la Fuente de la Canaleja, una fuente ornamental que marca el inicio del ascenso real. Desde allí, una portilla da acceso al GR 10.4, que seguí brevemente antes de tomar un sendero a la derecha, siempre ascendente. A partir de aquí, la subida es constante hasta la cima de Peña Citores. Los primeros seis kilómetros se desarrollan íntegramente en subida, con más de 800 metros de desnivel positivo, mientras que la segunda mitad de la ruta es ya en descenso. Si se hace en sentido contrario, el desnivel se reparte de forma un poco más equilibrada. A la altura del primer cruce, tomé el camino de la izquierda y luego seguí por la zona conocida como La Solana. Este tramo encadena varios miradores naturales desde los que se van descubriendo amplias vistas. El primero de ellos ofrece una panorámica del amanecer sobre los Siete Picos y los densos pinares de Valsaín. Continuando por la senda, siempre hacia arriba, se alcanza el mirador de La Solana, desde donde la vista se amplía hacia la Bola del Mundo y el perfil característico de la Mujer Muerta. Al cruzar la pista forestal que conecta la Cueva del Monje con la Pradera de las Vaquerizas, ya cerca de la fuente de Majarompe, la vegetación se mantiene densa. La senda, bien marcada, discurre entre pinares. Más adelante, un desvío a la derecha permite acercarse unos metros a la Fuente de los Ceniceros, escondida entre árboles y rocas. Continué ascendiendo y llegué a un nuevo mirador natural sobre un canchal desde el que se aprecia de nuevo la Bola del Mundo, así como las pistas de esquí. Continué el ascenso hasta la Fuente del Cancho y poco después llegué al mirador del Cancho, desde donde las vistas hacia el valle y la cuerda de cumbres son inmejorables.
A partir de este punto se enlaza con el histórico Camino de Peñalara, también conocido como la Senda del Batallón Alpino. La Senda del Batallón Alpino debe su nombre al contingente republicano que operaba en la zona durante la Guerra Civil Española. Este batallón, formado por alpinistas, montañeros y esquiadores del Club Peñalara, conocía perfectamente el terreno y se encargaba de abastecer los frentes desde el Puerto del León hasta Canencia. Hoy, la Sierra de Guadarrama conserva numerosos restos de aquella época: trincheras, nidos de ametralladoras y fortificaciones que se integran con el paisaje. Cerca de Peña Citores aún se observan restos de trincheras, muy visibles incluso en invierno, cuando la nieve cubre el entorno. En este punto se encuentra también el pequeño Refugio de Citores, sencillo y funcional. No lejos de allí, nuevos vestigios de la Guerra Civil vuelven a aparecer: trincheras y ruinas del sistema defensivo republicano. Finalmente, alcancé la cima de Peña Citores, también conocida como el Cerro de la Fuente de los Pájaros o Cerro del Cancho, a 2.181 metros de altitud. A pesar de no ser una cima muy prominente, las vistas y la sensación de aislamiento la convierten en un punto especial. La zona conserva aún restos de trincheras del Batallón Alpino, testigos silenciosos de otro tiempo. La cima marca el punto más alto de la ruta.
Desde el Collado de Citores comencé el descenso, primero pasando junto a la Fuente de los Pájaros. Se sigue bajando por la Senda del Batallón Alpino, ya en dirección al Puerto de Cotos. En el camino se encuentra un punto informativo sobre la propia senda. A través de este tramo, uno se va encontrando con más excursionistas, sobre todo al acercarse al área de Cotos.
Ya en Cotos, pasé por el mirador de Lucio y poco después por la conocida Venta Marcelino, donde aproveché para tomar un café y algo de fruta. Tras este pequeño descanso, crucé una portilla para conectar con el Camino Viejo del Paular. Esta vía, en parte asfaltada, baja desde Cotos siguiendo el curso del Arroyo del Infierno. El entorno aquí cambia ligeramente, aunque se mantiene el predominio del pinar. Más adelante se cruzan varios arroyos: el del Infierno, el del Iniesto y el de la Peña del Cabra. En un desvío señalizado, tomé la pista de la izquierda, ya que la de la derecha conduce a Valsaín, la Cueva del Monje o La Granja.
Un poco más adelante, decidí no tomar la Vereda de la Canaleja, que habría llevado de forma más directa al punto de inicio. En lugar de eso, opté por continuar recto, siguiendo junto al cauce del Arroyo del Puerto del Paular por un camino que se estrecha cada vez más. En una bifurcación tomé primero a la derecha y luego al centro, siguiendo las trazas del sendero hasta llegar al Puente de las Pintadas. En este punto, abandoné el Camino Viejo del Paular y tomé un sendero que discurre muy próximo al arroyo. Lo crucé poco después sobre un tablón improvisado, que permite el paso incluso en épocas de caudal más alto. La zona que sigue es una de las más sorprendentes de la ruta: un pequeño bosque de tejos, escondido y fresco, que aparece casi sin avisar. Poco después se alcanza la Cascada Valtueña, un rincón apartado y menos frecuentado, donde el agua cae entre las rocas creando una pequeña poza. Hoy no caía mucha agua, ya que en primavera es un auténtico espectáculo. Aquí, junto al murmullo del agua y la sombra de los árboles, hice una breve parada. El arroyo del Puerto del Paular sigue su curso y yo, tras disfrutar del entorno, retomé el camino para regresar al punto de inicio.
Esta ruta tiene la particularidad de desarrollarse, salvo en la parte de la cima de Citores, bajo cobertura forestal. Por tanto, es ideal para jornadas calurosas como las de julio. A nivel físico, exige cierto fondo debido al desnivel acumulado en los primeros kilómetros, pero al estar tan bien trazada y señalizada, resulta una opción muy atractiva para quienes buscan una ruta solitaria, histórica y paisajísticamente diversa.
Además, esta senda, como otras muchas de la Sierra de Guadarrama, es más que un simple camino. Es un corredor ecológico, un testimonio histórico y un ejemplo de uso sostenible del medio. Las antiguas vías militares, los caminos de servicio y las rutas tradicionales han sido reconvertidas para el senderismo, respetando la vegetación y señalizando los tramos más sensibles. Su mantenimiento no solo facilita el acceso a rincones como la Fuente de los Ceniceros o la Cascada Valtueña, sino que ayuda a preservar la memoria y la biodiversidad de este entorno natural.
Dejo el mapa de la ruta.