Ruta realizada el 12 de julio de2025
2 personas a pie
Distancia: 21,47 km
Desnivel positivo: 691 m
Desnivel negativo: 691 m
Altitud máxima: 1.882 m
Altitud mínima: 1.291 m
Tipo de ruta: Circular
Tiempo en movimiento: 5 horas 36 minutos
Tiempo: 7 horas 16 minutos
Salimos desde el aparcamiento del Puente de la Cantina (Segovia, San Ildefonso) con la intención de completar una sencilla ruta circular por el entorno del Valle de Valsaín y ganando altura hasta el Puerto de Navacerrada, pasando por lugares icónicos como la senda de las Pesquerías Reales, La Casa Eraso, La Fuente de la Reina, el Alto de la Fuenfría y el Camino Scmidt, para luego regresar al punto de partida por una senda descendente desde el Puerto de Navacerrada.
Adjunto víncuo a Wikiloc:
Eran poco más de las nueve de la mañana cuando empezamos a caminar. Aunque el parte meteorológico anunciaba calor, el cielo cubierto nos acompañó durante buena parte de la ruta, lo que hizo que el avance fuera más agradable de lo previsto. Cruzamos el Puente de la Cantina por la carretera CL-601 y enseguida tomamos el sendero GR-10.4, conocido en este tramo como el Camino de las Pesquerías Reales. Este camino fue impulsado en el siglo XVIII por Carlos III, con la intención de crear un acceso cómodo a las zonas donde se practicaba la pesca fluvial. A lo largo del sendero se pueden ver los sillares de granito que delimitan el camino, así como algunos pequeños puentes y estructuras destinadas a facilitar el tránsito junto al río. Seguimos el curso del río Eresma, avanzando junto al agua por una senda bien trazada. En un punto, pasamos bajo un paso rocoso y más adelante caminamos directamente sobre los sillares graníticos que forman parte del trazado histórico de las Pesquerías. Al llegar a los Vadillos, una zona con una poza amplia y dos puentes, abandonamos el curso del río Eresma y giramos a la izquierda para remontar el Arroyo del Telégrafo, en un tramo inicial en donde se prolonga la Senda de las Pesquerías Reales. En este punto disfrutamos de Los Baños de Venus, una espectacular poza. A unos metros estaba la Fuente de Venus, de la que manaba agua fresca.
Según avanzamos, la vegetación en este tramo se volvió más densa, con tramos de sendero estrecho entre zarzales y helechos. Continuamos por la misma senda, ascendiendo poco a poco por el arroyo, hasta que enlazamos con una pista más ancha que cruzamos por un cómodo puente de madera. Ese puente salva las aguas del arroyo Minguete. Seguimos la pista pavimentada, que corresponde al trazado del GR-10.1, conocida como la carretera de la Fuente de la Reina. Caminamos en ligera subida entre pinares, cruzando de nuevo el puente de Minguete.
Más adelante llegamos a un cruce señalizado con varias direcciones: la calzada borbónica, el cordel de Santillana, el Camino de Santiago y el camino a la Fuente de la Reina. Nuestra idea era seguir por el cordel de Santillana, ahora en sentido contrario al habitual del Camino de Santiago. La subida es constante pero asumible. Llegamos al fin a la Fuente de la Reina, que manaba agua con fuerza. La Fuente de la Reina, ubicada en los Montes de Valsaín, era un tradicional punto de parada y descanso para los viajeros que cruzaban el puerto de la Fuenfría. En 1718, con la construcción del Palacio de La Granja, Felipe V impulsó la mejora del camino, cuyas obras se extendieron hasta 1728. En 1778, bajo el mandato de Carlos III, el conde de Floridablanca ordenó nuevas reparaciones. Se construyeron puentes, empedrados y desagües. Sin embargo, la apertura en 1788 del nuevo camino por el Puerto de Navacerrada hizo que el antiguo trazado quedara definitivamente abandonado. Es un lugar habitual de paso para muchos senderistas y ciclistas, y ese día no era excepción.
Tras beber y descansar unos minutos, seguimos hacia la Casa Eraso por el cordel, cruzando un pequeño arroyo. Las ruinas de la Casa Eraso aparecen poco después, a la izquierda del camino, en medio del bosque. La Casa de Eraso, también conocida como Casarás, son las ruinas de un antiguo albergue situado en la Sierra de Guadarrama, cerca del puerto de la Fuenfría. Fundado en el siglo XII, fue hospital de peregrinos, monasterio, posible refugio templario y hospedaje real desde 1571 por orden de Felipe II. Abandonado tras 1788, su decadencia culminó en el siglo XIX. Declarado bien patrimonial, hoy conserva muros, un arco de entrada y restos de su capilla. Rodeado de leyendas templarias, su historia mezcla hechos documentados y tradición oral en un enclave singular del Real Sitio.
A partir de ahí, el sendero gana altura de forma más directa. Pasamos junto a un pilón abrevadero y por un par de paneles informativos, uno sobre técnicas camineras aplicadas al entorno y otro relacionado con la actividad ganadera. Terminamos este tramo al alcanzar la carretera de la República, que nos llevó directamente hasta el alto del Puerto de la Fuenfría. Había gente, pero no tanta como en otras ocasiones. Aprovechamos para rellenar agua en la fuente de la Fuenfría, que estaba en buen estado. Desde aquí comenzamos un tramo más cómodo, de cresteo, siguiendo la senda de los Cospes en dirección al Puerto de Navacerrada. En la primera bifurcación seguimos por la derecha y luego, en una segunda, tomamos el ramal de la izquierda, todo bien señalizado. El trazado discurre entre pinos, sin ganar ni perder mucha altitud, ofreciendo vistas puntuales hacia el valle y hacia la cuerda de los Siete Picos. Más adelante alcanzamos el Camino Schmid, por el que ya caminaba bastante gente, al venir desde el Collado Ventoso o desde el mismo Navacerrada. El firme era bueno y la pendiente suave. En el kilómetro 12,8 nos detenemos un momento frente a un cartel donde se reproduce el famoso soneto al Árbol Solo, ese pino aislado en medio del claro al que le acompañan unos versos.
Continuamos entre claros que alternaban zonas de sombra con otras abiertas por la actividad de las pistas de esquí. Finalmente alcanzamos la Residencia Los Cogorros y el final oficial del Camino Schmid. Caminamos por la pista pavimentada hasta la zona central del Puerto de Navacerrada, donde hicimos una parada para almorzar en uno los establecimientos.
Tras el descanso, cruzamos unos metros por la CL-601 y tomamos una senda a la derecha, en bajada pronunciada. El sendero era algo empinado y pedregoso al principio, pero se suavizaba conforme avanzábamos entre pinos. Vadeamos sin complicaciones el Arroyo de las Pintadas y más adelante el Arroyo de los Puentes. Este tramo era tranquilo y poco transitado, ideal para bajar el ritmo y disfrutar del entorno. La senda enlazó más adelante con el Camino de la Sotela, una pista pavimentada cerrada al tráfico con un firme más cómodo. Llegamos al cruce con el Antiguo Camino del Palar, que transitamos unos metros, pero en el siguiente cruce giramos a la izquierda por una cañada de tierra ancha y bien marcada. Así llegamos al Puente de las Pintadas, y pocos metros después al puente sobre el arroyo del Cancho. En ambos puntos, el entorno era muy similar: bosque maduro, sombras frescas y el sonido del agua acompañando discretamente. En la siguiente bifurcación seguimos por la izquierda, incorporándonos de nuevo al GR-10.4, cerrando así uno de los bucles de la ruta. Vadeamos el arroyo de las Lombrices sin dificultad. En este último tramo, ya cerca del final, el sendero seguía entre pinares. Cuando dejamos el GR-10.4 y giramos a la izquierda, ya se divisaba claramente el Puente de la Cantina. Cruzamos la puerta de metal y descendimos por un sendero corto hasta llegar al aparcamiento.
En total, la ruta sumó algo más de 21 kilómetros, con 691 metros de desnivel positivo y otros tantos de bajada. Estuvimos en marcha durante 5 horas y media, aunque la jornada se alargó hasta superar las 7 horas por las paradas. La ruta, aunque larga, es cómoda en la mayor parte de su trazado, muy facil de seguir ya que son caminos muy transitados, y sin pasos técnicos ni zonas expuestas. La sombra constante de los pinares y el frescor de los arroyos la hacen muy llevadera, incluso en días calurosos.
El recorrido pone en valor uno de los sectores más representativos de la Sierra de Guadarrama. Las Pesquerías Reales, los pinares de Valsaín, las fuentes tradicionales y caminos históricos como el Schmid o el cordel de Santillana son parte esencial del patrimonio natural y cultural de esta zona. Caminarlos es, de alguna forma, conectar con siglos de historia forestal, con los usos ganaderos y con el legado montañero de generaciones anteriores. Este tipo de rutas permiten redescubrir un paisaje modelado por el ser humano, pero con un equilibrio muy singular entre conservación y uso recreativo.
Dejo el mapa de la ruta.