Ruta 185 - Alto del Panarras desde la Presa del Gasco. Regreso por las Casas de la Isabela

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Fecha: 7 de agosto de 2025

1 persona a pie

Distancia: 5,67 km

Desnivel positivo: 237 m

Dificultad técnica: Moderado

Desnivel negativo: 237 m

Altitud máxima: 821 m

Altitud mínima: 649 m

Tipo de ruta: Circular

Tiempo en movimiento: una hora 25 minutos

Tiempo: una hora 41 minutos


La finalidad de esta ruta fue aprovechar la última hora del día, para desconectar de los quehaceres diarios, con una caminata corta pero intensa. La clave del recorrido fue la subida directa al Cerro Panarrás desde la Presa del Gasco, con un tramo empinado y técnico muy entretenido. Atardecer, naturaleza e historia en perfecta combinación.





Adjunto vínculo a Wikiloc:


https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/alto-del-panarras-desde-la-presa-del-gasco-regreso-por-las-casas-de-la-isabela-225606988


Salir a caminar casi a las ocho de la tarde tras finalizar la jornada laboral. Esta pequeña ruta circular, que comienza y termina en Molino de la Hoz, me brindó un recorrido variado, entretenido, con tramos tranquilos y otros algo técnicos, acompañado por una luz de atardecer que lo hizo aún más especial. Salí desde la Calle Real, y tomé la senda de tierra que arranca a la derecha. Al principio el terreno es muy sencillo y transcurre entre casas, pero poco a poco se va despejando, y pronto uno se encuentra caminando por la ladera del valle, entre vegetación mediterránea, sintiendo ya la brisa más suave del atardecer. En la primera bifurcación, tomé el sendero de la izquierda, que discurre paralelo al río Guadarrama y se dirige hacia la histórica Presa del Gasco. El río va quedando abajo, a la derecha, aunque no siempre visible entre la vegetación, mientras que la senda se adentra poco a poco en un entorno más natural. El sendero se adentra en un encinar. Aquí empieza a ganar algo de altura, y las vistas se abren hacia el valle del Guadarrama. Bajo un pequeño pinar se abre un cruce de caminos; tomo el sendero de la izquierda, que bordea un barranco profundo y desciende suavemente hacia el entorno de la presa. Aproximadamente en el kilómetro 1,8 de la ruta alcanzo el mirador de la Presa del Gasco, uno de los puntos más espectaculares de este recorrido. Desde aquí se aprecia perfectamente la estructura inacabada del siglo XVIII, una de las obras hidráulicas más ambiciosas de su tiempo, que pretendía conectar el Guadarrama con el Tajo mediante un canal navegable. La presa nunca llegó a completarse, pero lo que queda en pie sigue siendo imponente, enmarcado por las paredes del cañón. Bajo la luz del atardecer, el contraste entre la piedra rojiza y el verde del valle es especialmente fotogénico. Unos metros más adelante, en el kilómetro 2, se llega a la base de la propia Presa del Gasco. Es un lugar que siempre impresiona por su escala y por la historia que encierra. Merece la pena detenerse unos minutos, observar la estructura, leer sobre su contexto y dejar que la imaginación reconstruya aquel proyecto inconcluso. Tras esta pausa, toca emprender el tramo más exigente de la jornada: la subida directa al Cerro Panarrás.









Tomo un sendero que parte hacia el norte desde la presa y comienza a ganar altura rápidamente. El primer tramo es técnico y empinado, con una pendiente fuerte que obliga a usar las manos en algún momento para sortear rocas. Hay una pequeña trepada sin dificultad excesiva. Aunque corto, este tramo es muy entretenido. Una vez superado el desnivel, en el siguiente cruce giro a la izquierda, manteniendo la dirección ascendente hacia el punto más alto del recorrido. Pronto alcanzo el mirador natural de los Montes de Galapagar, desde donde se tiene una vista privilegiada de las suaves ondulaciones del terreno, con sus cerros, jarales y encinares. El Cerro Panarrás, situado en el kilómetro 3, ofrece una panorámica magnífica que abarca Madrid al fondo, Las Rozas más cercana, y el propio entorno de Molino de la Hoz, encajado entre colinas. 







Desde el cerro, tomo un sendero que baja ligeramente entre la hierba hacia otro punto destacado: el mirador sobre el río Guadarrama. Este punto permite observar el curso del río desde cierta altura, envuelto por la vegetación ribereña. El Guadarrama en este tramo serpentea con libertad, más salvaje de lo que muchos imaginarían tan cerca de zonas urbanizadas. A la altura de la Casa del Panarrás, una construcción aislada y con carácter que marca este enclave, tomo el Camino de la Isabela de regreso. Esta pista desciende suavemente entre vegetación dispersa, y en el horizonte se distinguen ya las casas en ruinas de La Isabela. La luz del atardecer acentúa los contornos de los tejados. Decido atajar por un pequeño sendero que se cuela entre las herraduras del camino principal. Poco antes de llegar al muro que corta el paso, me desvío hacia el Canal del Guadarrama, una infraestructura hidráulica de origen también histórico, aunque más reciente que la presa. Es interesante ver cómo estas obras hidráulicas se integran en el paisaje, muchas veces ocultas por la vegetación o relegadas al olvido.








El Camino de la Isabela vuelve a ganar altura. El ascenso es suave pero constante, rodeado de jaras y otras especies del matorral mediterráneo. Poco después, dejo la pista principal y tomo un sendero a la derecha, más estrecho, que se interna de nuevo en un entorno natural menos transitado. A los 4,4 kilómetros se pasa por las Casas de la Isabela, unas edificaciones en un pésimo estado de conservación que dan nombre a esta parte del recorrido y que poseen cierto interés histórico. Las Casas de La Isabela, junto a la Presa del Gasco, fueron construidas en el siglo XVIII como alojamiento para los ingenieros y obreros que trabajaban en el fallido Canal del Guadarrama. Hoy son ruinas históricas, rodeadas de vegetación, que evocan la ambición hidráulica ilustrada de Carlos III. Desde aquí, sigo una senda que discurre entre jarales, ya en dirección a Molino de la Hoz. Las vistas sobre la urbanización son ahora muy distintas: los tejados se ven envueltos por la penumbra del atardecer, y las luces empiezan a encenderse poco a poco. En una intersección giro a la izquierda, y poco después en otra giro a la derecha para seguir bajo unos olmos que dan sombra al camino.









Antes de llegar al cruce que me dejaría en la senda inicial, giro a la izquierda y sigo por una senda poco marcada que asciende levemente hacia una loma. En este punto, veo a un zorro cruzar el camino, rápido. El camino prosigue hasta conectar con el Camino Real, ya muy cerca del punto de inicio, donde concluye esta pequeña pero intensa ruta vespertina. En total, fueron poco más de cinco kilómetros, pero con gran variedad de paisajes, desniveles y momentos memorables. La combinación de historia, naturaleza, senderos técnicos y vistas panorámicas hace de este recorrido una opción perfecta para una escapada al final del día, cuando el calor afloja y la luz transforma el paisaje.


Dejo el mapa de la ruta:




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