Fecha de realización: 9 de agosto de 2025
2 personas a pie
Distancia: 13,59 km
Desnivel positivo: 407 m
Desnivel negativo: 407 m
Altitud máxima: 1.652 m
Altitud mínima: 1.244 m
Tipo de ruta: Circular
Tiempo en movimiento: 3 h 49 min
Tiempo total: 5 h 13 min
La finalidad de la ruta es recorrer un itinerario fresco y sombrío en pleno verano, siguiendo el curso del arroyo de la Angostura, primer tramo del río Lozoya, descubriendo cascadas, pozas, puentes históricos y el milenario tejo de Barondillo. Es una experiencia que combina naturaleza, historia y biodiversidad en la Sierra de Guadarrama, perfecta para huir del calor y conectar con un paisaje único y protegido.
Adjunto vínculo de Wikiloc
El Valle de la Angostura recibe este nombre por seguir el curso del arroyo de la Angostura, que no es otro que el río Lozoya en sus primeros kilómetros, desde su nacimiento en las cumbres de Peñalara hasta su unión con el arroyo del Aguilón, cerca del Puente del Perdón. A partir de esa confluencia, ya es oficialmente el río Lozoya, uno de los principales proveedores de agua de excelente calidad para toda la Comunidad de Madrid. Es una ruta comoda y agradecida ideal para las jornadas calurosas del verano (como ha sido el caso), buscando refugio en la altitud y la sombra del Valle de la Angostura, un rincón fresco y arbolado entre Cotos y Rascafría, donde los pinares cubren por completo el paisaje y protegen del sol. Dejamos el coche em un aparcamiento junto a la carretera M-604 en dirección a Rascafría en el kilómetro 32, donde una indicación muestra el acceso a los restaurantes Pinosaguas y La Isla. Allí tomamos un desvío y dejamos el coche en el aparcamiento de tierra de Los Claveles, punto perfecto para iniciar la marcha.
Este valle se forma gracias a la cabecera de la cuenca del Lozoya, enlazando el Puerto de los Cotos con los caudales de los arroyos de alta montaña de Guarramillas y Cerradillas. Tras recibir las aguas del arroyo que baja de la Laguna Grande de Peñalara, se forma el arroyo de la Angostura, que más abajo recoge las corrientes del Aguilón y de la Umbría. En estas últimas confluencias el río pasa a llamarse Lozoya. La riqueza ecológica del lugar es asombrosa: tejos milenarios, abedules y el pinar maduro de los montes de Los Belgas y La Ciñta conviven con una de las colonias de buitre negro más importantes del mundo. El patrimonio cultural también es relevante, con puentes como el de Los Hoyones o el de la Angostura, sobre cuyos pretiles se han asomado pastores y reyes, y por donde han pasado durante siglos caminos reales y rutas trashumantes.
Partimos del parking de La Isla y, en pocos minutos, encontramos el puente que comunica con el restaurante del mismo nombre. No lo cruzamos todavía, lo dejamos para el final, ya que teníamos reserva para comer allí después de la ruta. Siguiendo el curso del arroyo de la Angostura, llegamos pronto a la cascada de la presa del Pradillo. Aunque en verano no lleva el caudal espectacular de la primavera, sigue siendo un lugar precioso, en donde hacerse alguna foto con el murmullo constante del agua y pequeñas pozas en la cola del embalse. El entorno invita a detenerse y escuchar, pero todavía teníamos mucho por delante. Avanzando junto al arroyo, encontramos varias pozas y chorreras, rincones donde el agua se abre paso entre rocas y raíces. Más adelante, otra cascada nos recibió justo antes de tomar el desvío a la izquierda que nos conduce a la Colada del Camino de las Vueltas. Esta pista, ancha y cómoda, nos permitió avanzar con paso constante mientras el bosque de pinos nos cubría con su sombra.
Dejamos la colada a la izquierda y nos dirigimos al Puente de la Angostura. Este puente, mandado construir por Felipe V en el siglo XVIII, cruza el arroyo homónimo en un estrechamiento del valle del Lozoya. Retomamos el Camino de las Vueltas, disfrutando de una pista forestal amplia y sencilla. En el pinar encontramos acebos, con su verde intenso destacando entre el resto de vegetación. Cruzamos en dos ocasiones puentes sobre el arroyo Valhordillo, que en esta época baja tranquilo, y seguimos ascendiendo suavemente. Llegamos a una zona donde el pinar se abre un poco y nos regala vistas sobre el valle de la Angostura.
El sendero nos llevó al bosque de los tejos, donde abandonamos las pistas forestales para internarnos por caminos estrechos y más entretenidos. Aquí encontramos el primer tejo joven, tan pequeño que parecía un arbusto, casi escondido entre la vegetación. Desandando unos pasos, apareció el sendero que surge justo al final de la pista del Camino de las Vueltas, y tras vadear el arroyo de Valhordillo, fuimos encontrando otros ejemplares: el tejo de la Roca (árbol protegido), el segundo y el tercero, hasta llegar al protagonista indiscutible, el tejo milenario de Barondillo. Este árbol, también conocido como tejo del arroyo de Barondillo o de Valhondillo, es un ejemplar de tejo común (Taxus baccata) cuya edad se estima entre 1500 y 2000 años, lo que lo convierte en el ser vivo más viejo de la Comunidad de Madrid y de la Sierra de Guadarrama. Situado a 1630 metros de altitud, tiene un tronco hueco de unos tres metros de diámetro y una copa de quince metros de anchura. Está protegido desde 1985 como árbol singular. Su longevidad se debe, en parte, a su ubicación en la cara norte de la Loma de Pandasco, en un bosque denso y recóndito que lo ha preservado durante siglos.
Continuamos el recorrido encontrando el quinto y sexto tejo antes de retomar el sendero que nos llevaría de vuelta. Compartimos tramo con otro grupo de senderistas que hacía la misma ruta y charlamos un rato mientras vadeábamos el arroyo de las Zorras y el de los Pinganillos. De nuevo cruzamos el Camino de las Vueltas y seguimos por un sendero paralelo al arroyo de Valhordillo, que volvimos a atravesar más adelante por un puente. Un giro a la derecha nos llevó por un sendero poco marcado, donde el sonido de nuevas pozas y cascadas nos acompañaba. Aquí había bastantes personas bañándose y tomando el sol en las orillas, disfrutando del día caluroso. La presa del Pradillo apareció de nuevo ante nosotros, esta vez repleta de gente disfrutando del agua y del paisaje. Desde un pequeño mirador sobre el embalse pudimos ver el reflejo del bosque en la lámina tranquila del agua. Una portilla nos condujo a la zona del restaurante La Isla. Cruzamos finalmente el Puente de la Isla, cerrando así el círculo de nuestra ruta. Con la satisfacción de haber disfrutado de una jornada en la que el calor apenas se notó gracias al bosque, nos sentamos a comer en el restaurante, recordando los rincones visitados.
La senda que recorre el Valle de la Angostura no es solo un itinerario para senderistas; es un corredor natural que enlaza ecosistemas, conecta puntos históricos y culturales, y protege especies de flora y fauna únicas en la Sierra de Guadarrama. Cada paso por ella es un pequeño acto de respeto y admiración hacia un paisaje que ha permanecido inalterado durante siglos.
Adjunto mapa de la ruta: