Ruta realizada el 4 de septiembre de 2025
5 personas a pie
Distancia: 8,81 km
Desnivel positivo: 62 m
Dificultad técnica: Moderado
Desnivel negativo: 65 m
Altitud máxima: 534 m
Altitud mínima: 502 m
Tipo de ruta: Solo ida
Tiempo en movimiento: 2 horas 50 minutos
Tiempo: 6 horas 43 minutos
La finalidad de esta ruta es ofrecer un recorrido completo por el corazón histórico y cultural de Múnich, combinando monumentos emblemáticos como la plaza Max-Joseph-Platz, la Residenz y la Frauenkirche con espacios de memoria como el Camino de la Libertad. El itinerario conecta además jardines renacentistas y el Englischer Garten, mostrando cómo la ciudad une tradición, historia y modernidad en un paseo accesible, variado y cargado de significado urbano y social.
Adjunto vínculo a Wikiloc:
Aprovechando unos días en Múnich, decidimos dedicar una tarde a recorrer el casco histórico y extender el paseo hasta el Englischer Garten, uno de los parques urbanos más grandes del mundo. El clima acompañaba: una jornada despejada, cálida y con mucha animación en las calles. Desde el inicio sabíamos que no íbamos a cubrir todos los rincones de la ciudad, porque Múnich tiene infinidad de lugares de interés, pero la ruta estaba pensada para centrarnos en los más relevantes del centro histórico y terminar con un respiro en el parque.
Comenzamos en la estación de metro de Karlsplatz, conocida también como Stachus. El lugar está presidido por una gran fuente. Desde allí seguimos dirección al centro, atravesando la plaza Promenadeplatz, que actúa como transición entre el bullicio comercial y las calles más antiguas. En uno de sus laterales encontramos un improvisado memorial dedicado a Michael Jackson, con flores, velas y fotografías que los fans mantienen desde hace años en recuerdo del artista.
Unos pasos más adelante nos acercamos a la parte trasera de Marienplatz, y la silueta del Nuevo Ayuntamiento empezó a dominar el horizonte. El edificio impresiona por su fachada neogótica y por la cantidad de detalles que decoran cada ventana y pináculo. Entramos en el patio interior, que sorprende por su amplitud y por el contraste entre la vida urbana exterior y la calma del recinto. En la Cantina Rathaus paramos unos minutos, observando cómo la gente aprovechaba el espacio para descansar o fotografiarse junto a los leones que adornan el entorno. Ya en el corazón de Marienplatz, las vistas resultaban aún más espectaculares. De un lado, el Nuevo Ayuntamiento desplegando toda su fachada de más de cien metros; del otro, el Antiguo Ayuntamiento con su torre blanca, y alrededor la iglesia de San Pedro, la estatua de la Virgen sobre la columna Mariensäule y la fuente Fischbrunnen, donde no faltaban grupos de personas rellenando botellas con agua fresca. Este espacio ha sido el núcleo de la ciudad desde 1158, cuando Enrique el León fundó Múnich, y a lo largo de los siglos ha sido escenario de mercados, celebraciones y momentos clave de su historia.
Visitamos la iglesia de San Pedro, también conocida como Alter Peter. Subiendo a su torre se pueden contemplar vistas panorámicas, aunque en nuestro caso nos limitamos a observarla desde el exterior y observar la actividad de los visitantes que, al igual que nosotros, recargaban cantimploras en la fuente cercana, recordando que en la ciudad el precio del agua embotellada es alto y muchos turistas aprovechan cada fuente pública.
Muy cerca se encuentra la iglesia del Espíritu Santo, Heilig Geist, que aunque más discreta guarda un interior barroco restaurado tras los daños de la Segunda Guerra Mundial. Desde allí alcanzamos rápidamente la plaza del mercado, el Viktualienmarkt, donde el bullicio es constante. Con sus más de 140 puestos, el mercado ofrece productos frescos y especialidades bávaras. Las frutas, las flores, el pescado y los quesos forman un mosaico de aromas y colores que atrae tanto a los habitantes de la ciudad como a los viajeros. Recorrer sus pasillos es casi obligatorio para entender la vida cotidiana de Múnich, y detenerse en alguna de sus cervecerías al aire libre bajo los castaños es una tradición muy extendida.
Seguimos callejeando por el casco histórico hasta llegar a la Hofbräuhaus, quizá la cervecería más famosa de Alemania y una de las más conocidas del mundo. Fundada en 1589 para proveer cerveza a la corte, mantiene un ambiente inconfundible. Nada más entrar vimos las taquillas donde los socios guardan sus jarras personales, una costumbre que refleja la fuerte vinculación entre la cerveza y la identidad bávara. El salón principal, con capacidad para miles de personas, combina música en directo, gastronomía tradicional y largas mesas comunales donde compartir espacio con desconocidos forma parte de la experiencia. La visita resulta interesante tanto para quienes disfrutan de la cerveza como para quienes se acercan a observar un pedazo de cultura local.
Volvimos a encontrarnos con otra fuente potable en nuestro recorrido antes de dirigirnos a Maximilianstrasse, la conocida milla de oro de la ciudad. Allí se concentran tiendas de lujo y vehículos de alta gama, en un contraste evidente con la sobriedad de otras zonas del casco antiguo. La avenida desemboca en Max-Joseph-Platz, donde se sitúa el Palacio de la Ópera y el Residenzmuseum. Aunque parte de la plaza estaba en obras, todavía se podía apreciar la majestuosidad del conjunto diseñado en el siglo XIX por Leo von Klenze. En el centro se alza el monumento al rey Maximiliano I José, flanqueado por edificios neoclásicos que refuerzan la simetría de la plaza. El Nationaltheater, sede de la Ópera Estatal de Baviera, se encuentra en uno de los laterales. Reconstruido tras la guerra, conserva la fachada neoclásica original y hoy sigue siendo uno de los teatros de ópera más prestigiosos de Europa, con más de dos mil butacas. Muy cerca se encuentra la Residenz, antigua residencia de los Wittelsbach hasta 1918. Actualmente funciona como museo con más de 130 salas que muestran la evolución de los estilos arquitectónicos y decorativos a lo largo de los siglos. El Antiquarium, una sala renacentista de grandes dimensiones, es uno de sus puntos más llamativos. También visitamos sus jardines interiores, muy cuidados y agradables para descansar del ritmo urbano.
Frente a la plaza se levanta la iglesia de los Teatinos y de San Cayetano, con su imponente fachada amarilla de estilo barroco italiano. El interior resulta igualmente impresionante, con estucos blancos y altares decorados con gran detalle. Desde allí caminamos por la conocida como Camino de la Libertad, una calle que recuerda a las personas perseguidas y castigadas injustamente durante el régimen nazi, y que sirve como recordatorio del papel de Múnich durante el siglo XX.
Avanzamos hasta la Frauenkirche, la Catedral de Nuestra Señora, cuya silueta de torres gemelas coronadas por cúpulas en forma de bulbo es visible desde gran parte de la ciudad. Construida en el siglo XV, es capaz de albergar hasta 20.000 personas en su interior. Durante la guerra quedó gravemente dañada y fue restaurada con fidelidad en décadas posteriores. En su interior destaca la tumba del emperador Luis IV. Este templo es uno de los símbolos más claros de la ciudad y centro espiritual de la archidiócesis.
Desde allí regresamos brevemente a la Hofbräuhaus por un segundo acceso, que nos permitió ver otras dependencias y obtener más información sobre la organización de la cervecería y sus tradiciones. El ambiente seguía siendo animado y el flujo de visitantes constante. Después callejeamos de nuevo hasta alcanzar el Hofgarten, un jardín renacentista que hace de transición entre el casco histórico y el Englischer Garten. En su centro se encuentra un pequeño templo circular, muy frecuentado por músicos callejeros y grupos que se reúnen en la pradera. Desde allí un túnel bajo la carretera nos permitió acceder directamente al parque.
El Englischer Garten ocupa unas 370 hectáreas y se extiende desde el centro hacia el noreste de la ciudad. Fue creado en 1789 por encargo del elector Carlos Teodoro y diseñado en estilo de jardín paisajístico inglés, de ahí su nombre. Recorrerlo significa entrar en un espacio que combina praderas, bosques, canales y lagos. Su red de senderos permite caminar durante horas sin repetir recorridos, y su papel en la historia urbana de Baviera es significativo: desde su apertura fue concebido como un parque público, en contraste con los jardines privados de la nobleza. Esto simbolizó un cambio social importante, ofreciendo un espacio de recreo para toda la población y reforzando el papel de Múnich como ciudad abierta a nuevas ideas.
Uno de los primeros puntos que vimos fue la famosa ola del Eisbach, una corriente artificial que genera una ola estática apta para surfistas experimentados. A pesar de encontrarnos en pleno centro de Europa, la escena era la de una playa urbana, con surfistas tomando turnos y público animando desde la orilla. Siguiendo el canal nos internamos en zonas más tranquilas, donde grupos de personas se bañaban aprovechando el calor de la tarde.
El recorrido nos llevó al Monopteros, un pequeño templo de estilo clásico situado sobre una colina artificial. Desde allí se obtiene una vista panorámica del parque y de la ciudad en el horizonte.
Avanzamos hasta llegar al entorno de la Torre China, donde funciona uno de los biergarten más populares. Decidimos cenar en el Viergarten, disfrutando del ambiente festivo bajo los árboles mientras las mesas se llenaban de grupos de amigos y familias. La combinación de música, cerveza local y platos bávaros completaba la experiencia.
La vuelta la realizamos por la zona de Universität, donde tomamos el metro para dar por finalizada la ruta. El contraste entre la actividad del casco histórico y la tranquilidad del parque había sido perfecto para una jornada completa.
En total fueron algo más de ocho kilómetros y medio de recorrido, sin grandes desniveles, pero con muchos puntos de interés cultural, histórico y social. Una ruta que resume la esencia de Múnich: tradición bávara, huellas de su pasado medieval y contemporáneo, y espacios verdes que actúan como pulmones de la ciudad.
Dejo el mapa de la ruta