Ruta 239 - Cañones del Lozoya, Presas Pontón de la Oliva, de la Parra y de Navarejos. Sierra de Ayllón

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Fecha: 9 de noviembre de 2025

4 personas a pie

Distancia: 18,47 km

Desnivel positivo: 368 m

Dificultad técnica: Moderado

Desnivel negativo: 368 m

Altitud máxima: 900 m

Altitud mínima: 692 m

Tipo de ruta: Circular

Tiempo en movimiento: 4 horas 29 minutos

Tiempo: 5 horas 35 minutos


La finalidad de esta ruta es recorrer los cañones del río Lozoya desde el Pontón de la Oliva, descubriendo el legado histórico del Canal de Isabel II y el valor natural de este entorno singular. A través de presas, acueductos, miradores y sendas fluviales, el itinerario permite comprender la relación entre la ingeniería hidráulica y el paisaje, disfrutando de la riqueza geológica, ecológica y patrimonial de la Sierra Norte de Madrid.





Adjunto vínculo de Wikiloc


https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/canones-del-lozoya-presas-ponton-de-la-oliva-de-la-parra-y-de-navarejos-sierra-de-ayllon-239642082


Adjunto mapa de la ruto




La ruta comienza temprano, con el grupo reunido junto al aparcamiento del Pontón de la Oliva, en el límite entre Madrid y Guadalajara. El lugar impresiona desde el primer momento por el contraste entre el muro de la presa y las paredes calizas que lo rodean. En esta zona, el río Lozoya se abre paso entre cañones y formaciones rocosas que conforman uno de los entornos más singulares del norte de la Comunidad de Madrid. El Pontón de la Oliva fue la primera gran obra hidráulica del Canal de Isabel II y, aunque su vida útil fue breve, su presencia conserva un valor histórico y patrimonial incalculable. Iniciamos la marcha con buena temperatura y el cielo despejado, siguiendo una pista asfaltada que asciende suavemente. Por ella suben también escaladores hacia los aparcamientos superiores, ya que las paredes verticales de la zona son un punto habitual de entrenamiento. A los pocos minutos, la vista hacia el valle es amplia y los tonos ocres de la piedra destacan sobre la vegetación de ribera.




En el primer tramo, y junto al aparcamiento en el que dejamos el coche, pasamos junto a la pequeña ermita de la Virgen de la Oliva, en un estado ruinoso, antes de alcanzar la presa del Pontón de la Oliva. El muro, con su estructura de sillería y la inscripción con la fecha de 1858, conserva aún el aire monumental de las obras de ingeniería del siglo XIX. Desde la parte superior se observa cómo el agua se filtra entre las grietas calizas del cañón, recordando el motivo por el que esta presa quedó en desuso apenas unos años después de su inauguración. El entorno, sin embargo, sigue siendo un excelente punto de partida para rutas y actividades al aire libre.




Pasamos por el punto de información de las rutas de la zona, donde se recogen paneles sobre los distintos itinerarios del entorno y sobre la fauna y flora local. Desde aquí seguimos la vía de servicio del Canal del Jarama, una pista cómoda que permite avanzar sin dificultad en la medida que ganamos altura. Durante el ascenso, nos acompañan los olivares y antiguos bancales, vestigios de la actividad agrícola que existió antes de la creación del embalse. En esta parte del recorrido se obtienen vistas hacia el camino de las Cárcavas, con mucha afluencia de visitantes, siendo este otro de los enclaves emblemáticos del entorno.




El sendero pasa junto a un puente que cruza el acueducto del canal, una estructura sencilla pero bien conservada, antes de alcanzar el Mirador del Río Lozoya, a unos 2,2 kilómetros del inicio. Desde aquí se contempla el cañón del río y el camino por el que más adelante regresaremos, así como las paredes por donde varios escaladores practican. Un poco más adelante, en el Mirador del Cañón del Lozoya, las vistas se amplían aún más, con la vegetación mezclándose con las paredes de roca. Las sombras de la mañana suavizan el paisaje y hacen más agradable el avance.




Superamos la casilla de la Lastra, un pequeño edificio de piedra ligado al Canal de Isabel II, y unos metros más adelante, tomamos un desvío a la izquierda siguiendo las marcas blancas y rojas del GR-10. El sendero descendente se estrecha y gana en desnivel, con algunos tramos abruptos aunque sin dificultad técnica relevante. Este tramo requiere algo más de atención por la irregularidad del terreno, pero permite avanzar con ritmo y disfrutar de la sensación de estar plenamente inmersos en el cañón.




Cruzamos el Puente sobre el Arroyo de Reduvia, a 5,6 kilómetros del punto de partida. A partir de aquí seguimos una senda ancha y agradable, rodeada de vegetación mediterránea y con vistas al fondo del valle. La ruta desciende poco a poco hacia el cauce, alternando zonas más abiertas con otras más sombrías. Antes de llegar, el sendero desciende con bastante verticalidad y algo de piedra suelta, por lo que conviene tomarlo con calma. Al fondo ya se aprecia la estructura de la Presa de la Parra, construida para aprovechar mejor el caudal del Lozoya. Pasamos cerca del Puente sobre el Arroyo Robledillo, alrededor del kilómetro 9,8, y nos incorporamos brevemente al GR-300, también conocido como Senda Genaro, que recorre el perímetro de los embalses del Canal de Isabel II. El paisaje se vuelve más húmedo y frondoso conforme nos aproximamos a la presa de la Parra.




Alcanzamos la presa en el kilómetro 10,2 y la cruzamos, disfrutando de una perspectiva diferente del valle. El sonido del agua y la frescura del ambiente hacen de este punto uno de los más agradables del recorrido.




Una vez cruzado el dique, tomamos el camino de servicio del Azud de la Parra, que discurre paralelo al río. Aquí encontramos la Cañada de la Caleriza y un punto de información de las sendas de la zona, que nos orienta sobre las diferentes conexiones posibles con otras rutas del Parque Natural. Pocos minutos después alcanzamos el Refugio de Navarejo, un pequeño edificio utilizado antiguamente por operarios y pastores, y que hoy sirve de referencia para los senderistas. En apenas quinientos metros más llegamos a la Presa de Navarejos, situada en el kilómetro 11,3.




El entorno de esta segunda presa es más cerrado, con vegetación de ribera que proporciona sombra y humedad. Seguimos por la zona del Canal de la Parra, un tramo con restos de antiguas canalizaciones y pequeñas infraestructuras hidráulicas que recuerdan la importancia del Lozoya como fuente de abastecimiento de agua para Madrid desde el siglo XIX.




Alrededor del kilómetro 14 llegamos a una pequeña cascada, la cueva de canalización y la llamada mina de ataque, vestigios de las obras de captación que se realizaron en la zona para mejorar el suministro. Estos puntos, hoy en desuso, aportan un interés añadido a la ruta, tanto histórico como técnico. En el tramo posterior, entre el kilómetro 14,7 y el 17, el sendero discurre junto al Lozoya, por el fondo del cañón. Es un tramo especialmente agradable, con vegetación abundante, sombra constante y el murmullo del agua acompañando el paso. Aquí se localizan algunos yacimientos arqueológicos señalizados y pequeños abrigos en la roca que testimonian la presencia humana desde tiempos antiguos.




En varios puntos, se obtienen nuevas vistas hacia los miradores que vimos al inicio, esta vez desde el fondo del valle. En el kilómetro 17,8 entramos en una de las zonas características del Ponton de La Oliva, y es la pasarela levantada junto a la roca que permite llegar hasta la Presa (un pequeño Caminito del Rey). Antes de finalizar, pasamos junto a la Cueva del Reguerillo, y seguimos por la pasarela que nos devuelve al Pontón de la Oliva. Ya solo queda, regresar a la zona del aparcamiento y concluir la ruta.




La senda de los cañones del Lozoya, con sus presas, puentes y caminos, representa uno de los mejores ejemplos de cómo la ingeniería y el entorno natural pueden convivir en la Sierra de Ayllón. Esta ruta permite comprender la importancia que tuvo el río Lozoya en el desarrollo del Canal de Isabel II y, por extensión, en el abastecimiento de agua a Madrid. Además, pone de relieve la riqueza paisajística y ecológica de la sierra norte, donde los contrastes entre roca caliza, bosque mediterráneo y vegetación de ribera conforman un espacio de gran valor ambiental.

En conjunto, es un itinerario de dificultad moderada, con desniveles asumibles y un trazado muy variado. A lo largo del recorrido coincidimos con numerosos senderistas y grupos familiares, algo habitual en este entorno, lo que da idea de la popularidad de la zona. Gran parte del recorrido es soleado, por lo que conviene realizarlo en primavera u otoño y llevar suficiente agua. También es recomendable protector solar, ya que la sombra es escasa hasta llegar al bosque de ribera.

El regreso al aparcamiento cierra una jornada completa, de algo más de cinco horas, en la que la diversidad de paisajes, el interés histórico de las presas y el ambiente tranquilo del cañón hacen de esta ruta una experiencia muy satisfactoria. 

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