Fecha: 22 de diciembre de 2025
Distancia: 12,44 km
Desnivel positivo: 178 m
Dificultad técnica: Moderado
Desnivel negativo: 178 m
Altitud máxima: 860 m
Altitud mínima: 758 m
Tipo de ruta: Circular
Tiempo en movimiento: 3 horas 53 minutos
Tiempo: 4 horas 34 minutos
La finalidad de esta ruta es recorrer un tramo clave del Manzanares en el término municipal de Colmenar Viejo para comprender cómo el río ha estructurado históricamente el territorio mediante molinos, batanes, presas y canales, destacando lugares como los puentes medievales del Batán y el Grajal, así como numerosos restos de molinos y antiguos batanes. Un itinerario que combina senderismo accesible y lectura del paisaje cultural, permitiendo interpretar la relación entre agua, actividad humana y abastecimiento de Madrid en la cuenca alta del Manzanares.
Dejo el mapa de la ruta y el vínculo a Wikiloc:
Inicio la ruta en el aparcamiento del Puente del Batán, en el entorno del Descansadero de Navalcolmenar, dentro del término municipal de Colmenar Viejo. Es diciembre, el día es corto y el cielo aparece cubierto por una nubosidad persistente (sin lluvia) que acompaña todo el recorrido. Desde el aparcamiento me acerco al punto de información dedicado a los molinos y batanes. A lo largo de este tramo del río se conservan restos de antiguos ingenios hidráulicos que estuvieron en funcionamiento hasta finales del siglo XIX. Molinos harineros y batanes textiles aprovechaban el agua desviada del cauce mediante canales y azudes para generar la energía necesaria. En el caso de los batanes, el agua movía grandes mazos que golpeaban las telas para aumentar su consistencia, un proceso fundamental en la industria textil tradicional. Este primer panel ya sitúa el contexto de la ruta: un recorrido por un paisaje cultural profundamente transformado por el uso humano del agua.
Avanzo hasta el Molino del Batán, uno de los ejemplos más representativos de este conjunto. A pocos metros se encuentra el propio Puente del Batán, una construcción cuya primera referencia documental data de 1578. El puente toma su nombre de un antiguo batán situado aguas arriba y fue durante siglos un paso obligado en la encrucijada de caminos entre las dos Castillas, salvando el río Manzanares en dirección a Segovia. Su última restauración se llevó a cabo en 2014, y hoy sigue siendo un punto clave para entender la importancia histórica de este corredor natural.
Desde aquí giro a la izquierda, dejando la Colada de los Gallegos, y me dirijo hacia el sur caminando en paralelo al río Manzanares. El camino es claro en este tramo, aunque pronto se hace evidente una de las advertencias de la ruta: la presencia de numerosas trazas secundarias que pueden despistar si no se presta atención. Continúo todo recto, manteniendo siempre la referencia del río a mi izquierda. Aparece una pequeña cueva en el talud, discreta, casi desapercibida, integrada en el terreno.
Un poco más adelante se abre una panorámica amplia de las Huelgas del río Manzanares y de la zona conocida como la Suerte del Pedroño. Aunque la nubosidad impide una visión limpia del conjunto. Poco después llego al vadeo del arroyo Navahuerta, uno de los puntos más delicados de la ruta. En esta ocasión baja con bastante agua, obligándome a cruzar con mucho cuidado, saltando de piedra en piedra y buscando el mejor paso posible. Es el tramo más complicado del recorrido y requiere atención y equilibrio, especialmente tras episodios de lluvias abundantes.
Superado el arroyo, la senda continúa marcada por pequeños hitos que ayudan a no desviarse entre la vegetación de ribera. Aparecen chozos, fresnos y sauces, configurando un corredor verde que acompaña al río. Cruzo un arroyo estacional que baja desde la zona de Manrique y sigo avanzando con vistas intermitentes de las Huelgas del Manzanares. El paisaje alterna encinares más abiertos con zonas de pastizal junto al río, donde el terreno se suaviza y permite caminar con comodidad.
Atravieso el arroyo de Navarrondilla y continúo por un tramo de pastizal amplio, siempre próximo al cauce. Otro arroyo estacional cruza el camino antes de llegar a una pradera abierta, que refuerza la sensación de espacio y de paisaje agrícola tradicional. En este punto giro a la izquierda por una cañada bien marcada y me aproximo al vadeo del arroyo del Grajal. El cruce no presenta grandes dificultades en esta ocasión, pero conviene valorar el caudal según la época del año.
El camino me conduce de nuevo al cauce del río Manzanares y comienzo la aproximación a la presa del Grajal. Alcanzo este punto en torno al kilómetro 6,5 de la ruta. La presa del Grajal es un ejemplo de ingeniería hidráulica de principios del siglo XX, inaugurada por Alfonso XIII. Formó parte de una serie de presas y canales proyectados inicialmente en tiempos de Isabel II con el objetivo de abastecer de agua a Madrid.
Junto a la presa aparece un arroyo que baja desde la zona del encinar cercano. Muy próximo se encuentra el Puente del Grajal, una obra de origen árabe vinculada a la línea defensiva establecida por los andalusíes en la frontera con los reinos cristianos entre los siglos X y XI. Fue restaurado en el siglo XVII. Hoy el puente cruza el Manzanares bajo la carretera M-618, que une Colmenar Viejo con Hoyo de Manzanares. La cercanía de la infraestructura moderna desluce el entorno e impide disfrutar plenamente de esta construcción histórica, aunque sigue siendo una pieza clave del patrimonio del valle.
Desde este punto aparece el Canal de Santillana, una infraestructura fundamental en el abastecimiento de agua y energía de la zona. Vuelvo a pasar junto a la presa del Grajal y llego a una zona con cadenas para asegurar el paso, ya que cierto existe riesgo de caida, aunque es posible rodear la zona por una senda que discurre por lo alto de la colina. En mi caso, tras haber superado el vadeo del Arroyo Navahuerta, esto es pan comido. El recorrido continúa por una pasarela sobre la roca a la que le sigue un puente sobre el arroyo del Navallar.
Al poco llego a la Central Hidroeléctrica de Navallar. Se trata de una pequeña central donde el agua que desciende por una gran tubería desde el Canal de Santillana mueve aún hoy sus turbinas. Su origen se remonta al año 1900 y, junto con la presa del embalse de Santillana, fue clave para el suministro de energía eléctrica a Colmenar Viejo. En 1901 se inauguró el alumbrado público del municipio gracias a estas infraestructuras, lo que supuso un hito en su desarrollo.
Desde la central giro a la izquierda por la senda de la Colada de las Huelgas del río Manzanares. Cruzo un puente por el Cordel de las Huelgas y realizo una serie de giros a la izquierda que me mantienen siempre próximo al río. Aparecen las ruinas de un molino, situadas en torno al kilómetro 8,5, apenas reconocibles entre la vegetación y los restos de muros. El camino describe un recodo del río Manzanares, uno de los tramos más agradables del recorrido, donde el cauce serpentea suavemente.
Sigo avanzando con varias panorámicas del río, siempre con la presencia constante del agua como hilo conductor. Giro nuevamente a la izquierda y llego al vadeo del arroyo de las Dehesas. Es el segundo cruce más delicado de la ruta, aunque menos complicado que el de Navahuerta. Con cuidado, se supera sin mayores problemas.
El tramo final alterna giros a la izquierda bien señalizados, con vistas amplias del valle y referencias claras como el Camino de Santiago y el GR-124, que comparten trazado en este sector en su parte final.
Esta senda por las Huelgas del Manzanares es especialmente relevante para la cuenca alta del río y para Madrid. Aquí se concentran infraestructuras históricas de gestión del agua, restos de actividad industrial preindustrial y un paisaje agrario que explica cómo se abasteció la capital durante siglos. Caminar este tramo es recorrer un espacio clave en la relación entre el medio rural y el crecimiento urbano de Madrid, un territorio donde el río ha sido eje económico, social y ambiental. No es una ruta de grandes desniveles ni de vistas espectaculares, pero sí un itinerario fundamental para entender el funcionamiento histórico del Manzanares y su papel en el desarrollo de la región.
Completo así esta ruta circular de 12,44 kilómetros, con un desnivel positivo y negativo de 178 metros, en una jornada invernal tranquila y sin lluvia.

